bilbao. Debutaron hace diez años como profesionales en el frontón del Club Deportivo. Wladimir Luján lo hizo el 24 de agosto;, Manu Galán, el 1 de noviembre; Esteban Gaubeka, Koldo Larrinaga e Imanol Ibáñez, el 21 de diciembre, y Mikel Aierbe, el 25 de diciembre. Después de una década, DEIA une a los protagonistas, excepto a Manu, que está operado de la cadera y vive en Gijón.

Diez años desde que debutaron como profesionales, ¿qué cosas les vienen a la cabeza?

Koldo Larrinaga: ¿Diez años ya? (Risas). Yo me acuerdo del día del debut. Fue el día de Santo Tomás.

Esteban Gaubeka: El mío, también.

K. L.: Sí, y después del partido nos tocó chuflilla, para celebrarlo.

Imanol Ibáñez: ¿Y qué partido jugaste?

K. L.: Contra Ima me tocó.

I. I.: ¡Y al puchero!

K. L.: Nos ganó, nos ganó (risas). Aunque, las cosas no son como empiezan, sino como acaban.

I. I.: ¿Y cómo jugamos?

K. L.: Yo, con Zarraga y tú, con Basabe.

E. G.: A mí solo me viene a la cabeza el Deportivo.

¿Cómo fueron aquellos debuts?

K. L.: Con muchos nervios.

I. I.: Fue emocionante. Además, el Deportivo solía estar lleno.

E. G.: Había apuestas de por medio, la gente te gritaba, había más tensión...

Mikel Aierbe: Era como otro mundo. Veníamos del campo aficionado y decíamos: "¿A dónde vengo?". Era otra magnitud. Daba más respeto para el que debuta que ahora.

K. L.: Ahora el ambiente del frontón es muy diferente. Antes, a la mínima que fallabas, te gritaban.

I. I.: ¡Y os acordáis del ambiente que había en el vestuario! Con veintipico personas, con Insausti, Juan Pablo... Era otra cosa.

Wladimir Luján: Yo de mi debut ni me acuerdo. Es como si me hubieran dado un palazo en la cabeza. (Risas).

K. L.: ¿Perdiste entonces?

W. L.: Lo cierto es que no me acuerdo. Aun así, creo que perdí.

M. A.: A mí también me tocó palmar, también contra Imanol. Yo debuté después que vosotros; el 25, con el gran Navarrito.

W. L.: En el mío me suena que estuvieron Torre, Insausti y el cuarto no me acuerdo quién era.

K. L.: ¿Dónde fue el tuyo Wladi?

W. L.: En el Deportivo.

E. G.: Justo cuando debutamos nosotros, lo dejó Insausti. A mí me queda esa pena, que no pude jugar contra él.

En una década les han pasado un montón de cosas, tanto deportivas como personales.

E. G.: ¡Imagínate! Para empezar, cuatro empresas diferentes.

K. L.: Empresas, parones, techos que se caían...

E. G.: Bajadas de sueldo... (risas).

¿Cómo vivieron los cambios de empresa?

I. I.: Aquello era surrealista.

M. A.: Por ejemplo, Fernando Gutiérrez llegó con una ilusión de la leche y las ideas eran buenas, pero pensábamos: "¿Este adónde va?".

I. I.: Motivado estaba y ganas tenía.

M. A.: Él quería trabajar con el turismo, con empresas... Algo novedoso.

K. L.: Pero no nos decía quién estaba detrás.

E. G.: Y así acabó el tema.

M. A.: Él pedía apoyo, quería apoyo, pero para pedirlo necesitas tener un aval detrás. Cogió la pala y no sabíamos muy bien cómo iba a funcionar.

I. I.: Fernando llegó después de Totorika, un tío recto y serio.

M. A.: Del gran Toto, empresario empresario, pasamos a un chico que hacía unos meses estaba compartiendo vestuario con nosotros. Pasamos de uno que se sabía todas, a uno que sabía demasiado poco. Además, después estuvimos unos meses parados.

K. L.: Y vino Asfedebi...

Luego, tuvieron que esperar en la transición entre Asfedebi e Innpala casi un año.

M. A.: Ese año nos hizo mucho daño psicológicamente.

M. A.: Fue un tiempo de incertidumbre. Nos dijeron una fecha, luego resulta que no era esa; nos dieron otra... Y nunca llegaba. Nos hizo mucho daño. Nos desgastó mucho.

W. L.: Y, además, veíamos que aquí se jugaba a mano. Para nosotros fue muy malo. No nos dejaban jugar y hubo aquí bastantes festivales de mano antes de entrar nosotros.

Hasta agosto no pudieron entrar.

W. L.: Hasta Aste Nagusia no pudimos jugar, pero después tuvimos que esperar un mes más.

Han cambiado muchas cosas, ¿cómo se han transformado ustedes?

I. I.: ¡En que somos diez años más viejos! (Risas). No, la realidad es que han pasado diez años y te valen para mucho. Igual no solo es jugar; también lo que vives fuera te ayuda a madurar y a ver las cosas de otra manera. Yo, por ejemplo, ahora soy mucho más tranquilo. ¡Imagínate cómo tenía que ser antes! No me aguantaba nadie. Al final, los años te van haciendo ver las cosas de otra manera y te ayudan a relativizar todo. Antes, quieras que no, al ser nuevo tenía esa explosividad. Muchas veces solo tenía ojos para esto y también es contraproducente. Hay que tener la cabeza también en otras cosas.

M. A.: También había otro ritmo competitivo. Jugabas tres días a la semana. Había veces que jugabas nueve o diez partidos seguidos y había mucha tralla. Ahora, con un partido semanal, no estás tan metido en el tema.

M. A.: También había duelos en Nochebuena, Nochevieja...

K. L.: Antes necesitabas desconectar y ahora lo que estás deseando es salir a jugar.

M. A.: Un partido por semana se nos hace cortito. Antes era muy diferente. Los corredores, el frontón... Todo ha cambiado. Aquello no va a volver y esto es lo que hay. Te guste más o menos, esto es así y hay que hacer las cosas lo mejor posible para tirar hacia delante.

K. L.: También hay que recalcar que la forma de jugar es totalmente diferente. Aquí se pelotea más y el material ha cambiado.

E. G.: Para empezar, esto es un frontón corto. En el Deportivo, con lo amplio que era, te perdías. Si sumas lo de alrededor: corredores, gente...

W. L.: Y el sistema también es diferente.

K. L.: Sí, de los tantos hemos pasado a los sets y tienes que estar todo el partido a tope. A mí me gusta.

M. A.: A mí, también. Le da mucho ritmo a los partidos, se gana en intensidad. Se te va un set y se te complica el tema. Y al revés.

E. G.: Y si vas ganando 2-0, te pueden dar la vuelta, como nos pasó a nosotros en la final de la Liga, que acabamos ganando por uno.

M. A.: Lo que pasa es que los clásicos dirán que no está bien.

I. I.: Pero a veces este sistema puede premiar al que ha hecho menos. Y eso tampoco es justo.

M. A.: Imanol, pero el que gana ha estado más atento en los momentos clave.

I. I.: Como en la Liga, que una pareja puede entrar a las semifinales sin ganar ningún partido.

M. A.: Eso es diferente. Esa es la puntuación y ahí sí que estamos de acuerdo. Se premia demasiado al que pierde, lo que para mí también es injusto. Pero que en un partido hagas menos tantos es diferente...

E. G.: Pocas veces puede pasar.

M. A.: A mí los sets me gustan, pero debe ser la razón por la que no suben los corredores.

K. L.: Dicen que es complicado hacer las traviesas.

M. A.: Igual también hay algo de falta de interés. Hemos perdido a los corredores que dan mucho ambiente al frontón.

¿Qué anécdotas recuerdan de estos años?

K. L.: Para mí la más fuerte fue lo del día que se cayó el techo del Deportivo en la zona donde nos poníamos nosotros.

E. G.: La novia de Oiarzabal estaba allí sentada y se fue un pelín antes. Todo el mundo estaba preocupado por todo lo que había pasado y Benito lo estaba por las apuestas. Decía: "¡Que siga el partido que esto no se ha acabado!".

M. A.: ¡Que no ha pasado nada! (Risas).

I. I.: Era curioso aquello. El día que ganabas para un señor eras la mejor persona del mundo y al día siguiente, como perdieras, te decía que no valías para nada, que cómo aparecías por allí. El mismo que te endiosaba, te mataba.

M. A.: El que hablaba era el euro.

K. L.: Has ganado o has perdido. No valoraban si has jugado bien o has jugado mal. También había gente que le gustaba mucho, que conste.

M. A.: Aun así, es gente que cuando no viene a los partidos la echas en falta. Son muchos años. A veces te daban ganas de enfrentarte, pero al final eran los que iban todos los días. Las cosas como son.

E. G.: ¿Os acordáis de aquella historia de Iriondo, que se fue detrás de uno que le había increpado todo el partido? Tuvieron que pararle y todo. Pero es que estuvo todo el partido llamándole de todo: cabrón, hijo de puta...

M. A.: Ahí te duchabas y pasabas por el bar para salir y te los encontrabas tomando algo. El caso es que yo enganchadas no he tenido, pero miraditas, sí.

¿Cuáles valoran que han sido los mejores momentos durante estos diez años?

E. G.: ¡Para el carro! Que todavía nos queda mucho que jugar. (Risas).

I. I.: En mi caso, mi mejor momento fue con Asfedebi, cuando se me empezó a valorar. Porque Toto tenía una cosa, que era muy directo, y te decía: "No vas a jugar hasta que se retire este". Justo coincidió con el cambio y me empezaron a dar más oportunidades.

M. A.: Yo, deportivamente, aquí. Tanto por el Mundial que gané con Esteban como por la Liga que hice. Yo creo que el primer año con Innpala ha sido muy bueno. No obstante, a mí me pasó algo parecido a lo de Imanol. Él subió más que yo, pero con Toto estábamos ahí...

I. I.: Además, te lo decía y te mataba.

M. A.: Gané dos años seguidos el Individual de Segunda y al tercero me negué a jugar. Claro, me quería poner otra vez en Segunda. Toto, como era empresario, era de los de aquí mando yo y no vale lo deportivo. Tenía esas cosas. Creo que a Imanol le perjudicó.

I. I.: ¡Pero luego lo arregla cuatro años después con un abrazo! (Risas). Lo bueno es que era directo, no te engañaba. Te decía: "Esto funciona así porque yo lo digo". Y así funcionaba. En eso era congruente y se agradecía. Ser directo te ahorra problemas.

M. A.: Yo le dije a Fernando que menos mal que llegaba él, porque si no, me marchaba. ¿Hasta dónde llega el negocio y el deporte?

E. G.: En la época de Toto había cuatro festivales a la semana, había buen ambiente y fue bajando. Se notaba que ya no daba tanto.

M. A.: Cuando pase el tiempo lo valoraremos más. Aún estamos en activo y vemos que seguimos ahí. Otro de los días que disfruté mucho fue el de mi regreso, después de ser operado dos veces en la muñeca. La vuelta es dura, pero también muy bonita.

Manu Galán sería el sexto en cumplir una década en la élite.

K. L.: Está lesionado y desde aquí queremos mandarle un saludo.

I. I.: Lo importante es que haga lo que mejor le venga a su salud.

M. A.: Es jodido lo que le pasó. Estuvo de zaguero, pasó a ser delantero y jugó realmente bien.

E. G.: Ha sido además un gran golpe para todo el cuadro. Es un pelotari muy querido y nos venía muy bien. Además, lo suyo sí que tiene mérito, venir desde Gijón todos los días que hay partido es para enmarcar.

M. A.: Yo tengo tres cuartos de hora y se me hace pesado algunas veces. Lo suyo es una afición exagerada.