Jon Rahm tendrá que esperar a otro año para ganar su cuarto Open de España. No suele ocurrir que el golfista de Barrika levante la bandera blanca antes de tiempo, pero ayer tuvo que reconocer tras su tarjeta de par en la tercera jornada en el Club de Campo Villa de Madrid que lo de llevarse el trofeo está “malamente”. “A ver si puedo terminar con unos buenos 18 hoyos y acercarme al Top 10”, comentó Rahm, que ha tenido durante tres días el apoyo incondicional del público, lo que le ha dejado con una sensación agridulce: “Es una pena que no hayan salido las cosas. Es muy divertido cuando todo va bien, pero es casi más doloroso cuando las cosas no van bien”.
En el día del movimiento, la tarjeta de Rahm tuvo de todo: un eagle y un doble bogey, tres birdies y tres bogeys. Con cuatro golpes bajo par en el total de las tres jornadas, el vizcaino queda a doce golpes de Marco Penge, que está jugando a otro nivel y rompió el torneo con una racha de siete birdies en ocho hoyos. El inglés, el mejor jugador del DP World Tour este año, tiene el Open de España a su alcance y parece que solo él puede perderlo. Por detrás tiene un depredador como Patrick Reed, aunque el estadounidense necesita que Penge se hunda.
Rahm no pudo ocultar su decepción por una semana en la que “he cometido errores muy estúpidos” que le costaron cargar de golpes su tarjeta. Ayer arrancó con un bogey, pero reaccionó con un eagle en el hoyo 4, el primer par 5 del recorrido. Parecía apuntar alto y llegó a continuación un bogey tras tener que utilizar bola provisional al fallar la salida. El rebote fue también inmediato: tres birdies seguidos para situarse a un golpe del liderato en el hoyo 8. No obstante, su juego fue a menos y en el hoyo 11 llegó la puntilla con un doble bogey que le hizo caer posiciones justo cuando los jugadores de cabeza empezaban a facturar birdies.
El bogey en el 16 fue casi una anécdota y la constatación de que quizás por cansancio Jon Rahm no tuvo ese cambio de marcha que siempre guarda en su bolsa y en sus manos. Por eso, para la jornada de cierre, que puede ser una de sus últimas vueltas de golf de este año en el que aún no ha ganado un torneo, el jugador barrikoztarra se conforma con evitar esos errores e “intentar jugar 18 hoyos sólidos y bien, que es mucho pedir porque el campo está muy difícil”. A su juicio, el Club de Campo Villa de Madrid sigue acusando en su recorrido los efectos de la borrasca Filomena de hace más de cuatro años, ya que el terreno aún no ha podido asentarse en ciertas zonas “y están muy duras, aunque si le pegas bien a la bola, el campo te puede dar muchas opciones”.