Jon Rahm está convencido de que hay cosas en el deporte que no tienen precio. Una de ellas es jugar al golf en Saint Andrews. “Si nos pagaran cero libras, vendríamos igual”, aseguró ayer en la rueda de prensa previa a la 150 edición de The Open, un torneo que llega en un momento oportuno “porque es algo que se necesita ahora mismo con todos los líos que hay montados. Aquí es donde empezó todo y ganar en el Old Course con toda la historia que tiene es algo especial y único, incomparable con cualquier otra victoria porque pone tu carrera en otro nivel. Ganar el torneo más antiguo en el campo más antiguo, no imagino nada mejor”.

El golfista de Barrika volvió a reivindicar la historia de su deporte y, cómo no, de Saint Andrews, que conoce bien y en la que le gustaría profundizar adquiriendo libros en algunas de las librerías de esta localidad escocesa, “pero hay demasiada gente. Habrá que volver algún día cuando no haya torneo”. Evidentemente, Rahm tiene en mente que hace 38 años Seve Ballesteros se impuso en este links y dejó esa imagen icónica con el puño en alto tras embocar el putt del triunfo en el hoyo 18. “Tampoco me voy a poner selectivo porque cualquier sitio es bueno para ganar The Open, pero suceder a Seve sería increíble. Txema (Olazabal) y Sergio (García) estuvieron cerca y a ver qué pasa esta semana”, comentó el número 3 del mundo que se siente cómodo en un escenario que visitó por primera vez con tres años en un viaje familiar y en el que solo ha jugado una ronda competitiva en la tercera jornada del Alfred Dunhill Links de 2019.

La rotación de campos en The Open y la pandemia le habían impedido volver a Saint Andrews hasta este año “que va a tener un campeón especial”. Jon Rahm siempre ha manifestado su gusto por jugar en los campos links y, de hecho, acumula ya un par de victorias en Irlanda y otros buenos resultados. Pero Saint Andrews es diferente porque el campo puede cambiar de un día para otro en función de cómo sople el viento. De su corta experiencia en el admirado campo sacó una conclusión: “No te vayas a la derecha, creo que aquel día me fui a los nueve bunkers de los nueve primeros hoyos”.

De cara a esta semana, como siempre, “en este campo será fundamental leer bien la dirección del viento, lo cambia todo, porque todas las calles son compartidas. Es importante el juego alrededor del green y, sobre todo, hay que calcular bien y sentir la fuerza en los putts ya que solo tiene cinco greenes dobles”. “Si estoy en el lado bueno cuanto más viento mejor, si estoy en el lado malo, que no sople. Se trata de ver cuándo puedes ser agresivo y cuándo toca ser paciente. Este campo te permite hacer tu juego, pero también en algunos hoyos te pide ser agresivo. Si está firme y duro, es muy entretenido. Se trata de aprovechar las oportunidades”, añadió.

Jon Rahm llega a Saint Andrews tras una mala semana en el Scottish Open, pero eso no altera su confianza ni su convencimiento de que su temporada no está siendo tan mala como algunos afirman. En los majors no ha lucido hasta ahora, pero “llevo un triunfo en el PGA Tour y seis Top 10. Es terrible”, dijo con ironía. La cuestión es que “más presión que la que me meto yo no me váis a meter. Lo que queréis vosotros lo quiero hacer yo y trabajo para ello. Pero nadie dice que esto es fácil. Dominar lo hizo Tiger los últimos 15-20 años y ya está”. “De verdad, estoy jugando bien, practicando un buen golf y no me preocupa”, aseguró.

En el 150 aniversario de The Open, entre todas las estrellas pasadas y presentes que lo honran, destaca Tiger Woods, que ha hecho todo lo posible por estar en Saint Andrews. “No sé cuántos The Open me quedan, pero si en alguno tenía que estar era en este. Todo comenzó para mí en el 95 y si termina en el 22, pues termina”, manifestó. Al golfista que más ha contribuido a que este deporte sea lo que es en términos económicos y de impacto global le preguntaron, obviamente, por el LIV Golf y la leyenda californiana dejó una reflexión dedicada, sobre todo, a los jóvenes que han abrazado la causa saudí: “No sé cómo pueden pensar en mejorar si tienen el dinero asegurado y no compiten por entrar en los grandes torneos, por subir en el ranking. Muchos de ellos no tendrán la oportunidad de jugar un major, de experimentar lo que se siente aquí o en Augusta”. Woods también criticó a otros compañeros que le deben mucho ya que, a su juicio, “han dado la espalda a algo que les ha permitido estar donde están. Es incomprensible. Hay que saber apreciar todo de este juego, cómo se ha desarrollado, las personas que han pavimentado el camino para los que vinieron detrás, que crearon la energía de este tipo de eventos”.