LA gran cita del golf mundial de este año y de muchos de los anteriores llena los sueños de los mejores jugadores del mundo. Desde que se supo que la 150ª edición de The Open se iba a disputar en 2022 en Saint Andrews, en la Casa del Golf, con un año de retraso por la pandemia, nadie ha querido perderse la cita en un escenario que muchos describen como inimitable y especial, no en vano allí solo se juega golf competitivo dos domingos al año. La historia dice que el golf nació allí, en la costa Este de Escocia, en ese Old Course que está ubicado entre el mar y una hilera de edificios de estilo victoriano que contribuyen a proteger la tradición y el abolengo del torneo con mayúsculas del golf, con permiso de los otros grandes. Es el más antiguo y el que todos quieren ganar, más aún si es en Saint Andrews, lugar de peregrinaje para cualquier aficionado que también sueña con jugar allí al menos una vez en su vida, hacerse una foto en el emblemático Swilcan Bridge que en nueve metros une las calles del 1 y el 18 o caminar por el vasto espacio que conduce al green del 18.

Las celebraciones del 150 aniversario comenzaron ayer con un minitorneo que reunió a varios de los campeones de The Open. El más veterano es Gary Player, que a sus 86 años aún se resiste a dejar abandonados los palos. Pero hasta Saint Andrews ha ido también Jack Nicklaus, que logró dos de sus tres títulos de Campeón Golfista del Año en Saint Andrews. “El entorno, el clima, la posición de las banderas, si el campo está húmedo o está seco, todas esas cosas juntas hacen de Saint Andrews un lugar mágico”, afirmó ayer el Oso Dorado, que se congratula de que el mismo campo de golf que “me puso a prueba la primera vez que vine hace 60 años siga poniendo a prueba a los jugadores de ahora. Es algo fantástico”. “La ciudad parece gris, pero cuando llega The Open se ilumina. Es un lugar del que me enamoré desde el principio y sigo estando enamorado”, añadió la leyenda a la que el golf mundial sigue escuchando con veneración y que ha recibido la consideración de ciudadano de honor de Saint Andrews.

“Todo ha llevado a esto”, es el lema que acompaña a los jugadores este año en The Open. Cualquier esfuerzo solo por estar allí habrá merecido la pena. Bien lo sabe Tiger Woods, que ha reconocido que renunció a disputar el US Open para guardar sus energías y proteger su maltrecho cuerpo con tal de no perderse la cita de Saint Andrews, “el mejor campo del mundo”, donde recala el último major del año por trigésima ocasión. El californiano ha ganado dos de sus tres Jarras de Clarete en el emblemático links escocés y, aunque será difícil que levante una cuarta, pone todos los medios para ello y desde finales de la semana pasada ya está en el escenario del torneo para jugar rondas de práctica.

Bobby Jones, Sam Snead, Peter Thomson, Bobby Locke, Seve Ballesteros, Nick Faldo o el último, Zach Johnson en 2015, son otros grandes nombres que ganaron The Open en Saint Andrews. A todos sus ganadores, en este o en otros campos, que aún están vivos ha invitado el Royal and Ancient, el organismo que dirige Saint Andrews, el torneo británico y, por extensión, el golf mundial junto a la USGA. A todos menos a Greg Norman, dos veces campeón, a quien se retiró la invitación de manera educada. La leyenda australiana es la cara visible del LIV Golf y, aunque se ha permitido la participación de aquellos golfistas adscritos al circuito saudí que se hubieran clasificado, el R&A quiere que todo esta semana “se centre en las celebraciones del 150 aniversario” y la presencia de Norman “sería un motivo de distracción”.

Gary Player, que levantó el trofeo en tres campos distintos, explicó ayer que en Saint Andrews “hay que hacer caso a tus sensaciones, a tu instinto, más que a los automatismos”. El sudafricano definió jugar en el Old Course como un desafío y dejó que por encima de los resultados, “de quién haga primero, segundo, tercero, está el sentir que en este lugar formas parte de la historia del golf, puedes casi olerla”. Justin Thomas, campeón de The Open en 2017, reconoció que “no soy de hacer fotos en los campos en los que juego, pero desde que llegué aquí no he dejado de hacerlo. Esos recuerdos tienen que perdurar”.