EL Lointek Gernika reanuda mañana a partir de las 18.00 horas en Maloste la competición tras el parón por las ventanas FIBA para las competiciones de selecciones. Lo hace en casa y ante uno de los transatlánticos de la Liga DIA, el Spar Citylift Girona, un equipo con grandes estrellas y acostumbradas a pelear por todos los títulos. Entre las jugadoras gerundenses está María Conde (Madrid, 1997). La madrileña no ha vivido el descanso competitivo, le ha tocado cambiar de camiseta por unos días y formar parte del combinado de España. Es una de las referentes de la nueva generación, no en vano es campeona de Europa en todas las categorías, y puja fuerte por formar parte del llamado relevo generacional. Lejos de ver estas concentraciones como un periodo sin vacaciones, la alero lo ve como un premio: “Me hace mucha ilusión cada vez que recibo algo de la selección. A pesar de que haya gente de descanso, esto es casi como unas vacaciones. Sirve para desconectar, estar con otro tipo de jugadoras, diferente ambiente y enfrentarte a jugadoras que no encuentras en la liga todos los días”.

Internacional con la selección absoluta y peleando por todos los títulos con su equipo, el presente sonríe a Conde. Esta es la etapa presente tras pasar por la cantera del Estudiantes y viajar a Estados Unidos para ir a la universidad de Florida State. Es el camino al que le ha llevado el baloncesto, pero en su infancia tuvo muchísimas otras oportunidades. “Mis padres estaban muy involucrados en el deporte y de pequeño nos quisieron enseñar a mi hermano y a mí su importancia. Hicimos un montón de deportes, algunos años incluso compaginamos tres deportes. Años más tarde hemos tenido la suerte de llegar a equipos importantes. Mi hermano está en el Atlético con los mejores jugadores y yo he tenido la suerte de poder debutar con la selección”, cuenta. Esas enseñanzas paternas fueron muy útiles para los hermanos Conde y también los sacrificios realizados. “Ellos tienen todo el mérito de lo que hemos hecho porque sin ellos no estaríamos aquí. Había entrenamientos que acaban a las 23.30 de la noche y mi madre siempre estaba ahí esperándome con el coche”, agradece la madrileña.

Aunque con el paso del tiempo compaginar deportes no fue posible y el fútbol estuvo a punto de cambiar la historia de esta prometedora jugadora. “Probé el fútbol porque mi hermano también lo iba a hacer. Me llamaron varios clubes para hacer las pruebas y uno de ellos fue el Atleti. Las hice y las pasé. Pero en ese momento tuve que decidir entre la cantera del Estudiantes o el Atlético de Madrid, las dos cosas no podían ser”, recuerda. Dos caramelos golosos para cualquier niño. Dos referencias importantes en el deporte. Aunque Conde tuvo claro que el baloncesto era algo especial, era su decisión personal: “Fue un deporte que escogí yo, que me apeteció probar. Me lo pasé bien aquella primera temporada, aunque no supiera ni botar el balón, y de ahí vino la decisión”.

Sus padres fueron decisivos en su formación deportiva, pero en la baloncestística fue el Estudiantes el que le abrió el camino. “Empecé literalmente de cero, no había jugado al baloncesto antes. Entre en la escuela y fui subiendo por todas las categorías. Me formaron desde el principio y gran parte de lo que estoy consiguiendo ahora viene gracias a ellos”, afirma. La madrileña vivió en una cantera especial. Uno de los pocos clubes que alterna con total naturalidad los entrenamientos de sus jugadores más pequeños con los de un equipo profesional. “Es un club muy familiar. Estás en la Nevera, que es donde entrena la cantera y de repente te cruzas con los jugadores de la ACB o los de Liga Femenina, o entrenas justo después que ellos. Es algo muy importante para los niños y le dan mucha importancia”, explica. Conde fue uno de esas niñas que creció admirando a los jugadores del primer equipo y con el paso del tiempo llegó a pasar de admiradora a referencia de las siguientes generaciones, cuando debutó en Liga Femenina 2.

Pero su paso en Estudiantes tuvo fecha de caducidad, su talento le exigió dar otro paso importante y saltar a un nuevo y desconocido reto. “Al acabar mi etapa junior en Estudiantes quería un cambio porque llevaba mucho tiempo allí y necesitaba nuevos retos. Por un cúmulo de cosas decidí ir a Florida State. Era una gran oportunidad para estudiar gratis, jugar al baloncesto y en un país como Estados Unidos que ofrece tantas cosas”, comenta. Fueron dos años allí. Preparación de lujo antes de dar el definitivo salto al profesionalismo.

Y no fue un salto cualquiera. Conde no quiso ser conformista y buscó un paso ambicioso. Fichó por el Spar Citylift Girona. De la liga universitaria a pasar por luchar por todos los títulos profesionales. “El salto en sí fue fácil porque lo tenía muy claro y Girona era uno de los principales equipos que miraba con buenos ojos. Me aporta más retos que ir a un equipo algo más flojo y no solo es contra la gente que juego, si no que en el equipo hay mucha competencia. Como deportistas quería encontrarme con dificultades y ver cómo las solventaba”, apostilla.