EL nuevo presidente de la Fórmula 1, Chase Carey, nombrado después de la destitución de Bernie Ecclestone propiciada por la venta de la Fórmula 1 al grupo Liberty Media por alrededor de 8.500 euros, dijo al ser proclamado: “Bernie merece respeto, pero la F-1 no estaba creciendo. Debemos seguir buscando formas de hacer estos eventos más grandes y mejores”. Esta es la intención de los nuevos propietarios del Gran Circo. Después de los 40 años que ha perdurado la era Ecclestone, caracterizada por ser cerrada y autoritaria, se pretende revitalizar la máxima expresión del automovilismo, que en los últimos tiempos ha decaído como espectáculo por volverse previsible y anodino -fe de ello dan las audiencias-. Esto de cara al espectador, porque los números en cuanto a beneficios se refiere, seguían al alza. En la última década, los ingresos han crecido desde los 997 millones de euros de 2006 hasta los 1.651 que se facturaron el año pasado. Pero desde Liberty se confía en poder aumentar el negocio.

Para esta nueva etapa, Carey estará acompañado en la dirección de la F-1 por Ross Brawn (que trabajó para Ferrari en la época de Michael Schumacher y luego conquistó la F-1 como jefe del equipo BrawnGP), que tendrá especial incidencia en la parcela deportiva, y Sean Bratches (exvicepresidente de la Fox), que ejercerá de responsable del área comercial y de marketing. Entre los tres, que son las caras visibles del proyecto, aspiran a dibujar una nueva Fórmula 1. Si bien, muchos de estos cambios tardarán en imponerse, porque no se pueden implantar hasta después del vencimiento del actual Pacto de Concordia, que establece las bases de las relaciones entre los principales actores de la F-1 y que expirará en 2020.

Los cambios pasan por explotar el negocio para la obtención de mayores ingresos, respetar las tradiciones, simplificar las carreras, llegar a todos los potenciales aficionados y que exista una mayor competencia entre los equipos. Todo ello en pro del espectáculo. “Es bueno que esté pasando ahora mismo. Bernie Ecclestone ha hecho un gran trabajo, pero creo que Liberty Media puede traer algo más. Quizás puedan americanizar todo un poco, porque parece que entienden el negocio del espectáculo y eso es lo que necesitamos”, juzga para el diario Bild el vigente campeón de la F-1, el jubilado Nico Rosberg, quien precisamente por estar retirado puede hablar sin ningún tipo de presión sobre el campeonato que ahora se avecina.

Crear eventos asociados a las carreras

“Queremos 21 Super Bowls”, dice Chase Carey, al explicar las bases de la nueva F-1 que espera diseñar. Con ello quería decir que las carreras deben ir más allá de las carreras en sí. Carey busca rodear a cada gran premio de eventos que atraigan a más espectadores e incluso a televidentes. Se trata de imitar el modelo norteamericano, la concepción que allí se da del deporte. Filosofía de show. De este modo, como sucede en la gran final del fútbol americano, no sería extraño acompañar a las carreras por ejemplo de conciertos. “Queremos que la gente venga al destino durante toda una semana, un gran espectáculo y capturar a toda la ciudad”, concreta el nuevo patrón de la F-1, que quiere hacer de cada carrera algo así como el epicentro mundial del espectáculo, que todo el mundo esté pendiente de las carreras y de las órbitas generadas a sus alrededores.

Tratar de llegar a todos los públicos

“Nuestra prioridad es hacer un deporte más entretenido y atractivo. No se tomará ninguna decisión de manera unilateral”, sostiene Ross Brawn. Con esto quiere decir que la F-1 no será una dictadura impuesta, sino que se tomarán decisiones en consenso. Algunas de estas decisiones pasan por reescribir las normativas de la actual F-1, con el fin de hacer un espectáculo más sencillo de comprender de cara al espectador. Y es que, como admite el propio Fernando Alonso, “la F-1 está perdiendo espectadores por culpa de los reglamentos, demasiado restrictivos”. Lo que pretende Liberty Media es simplificar las normas, para que las carreras sean más fáciles de seguir y de comprender. Se quiere pluralidad, llegar a todos los públicos, a aquellos que sigan todas las carreras y también a los que disfrutan de la F-1 sin hacer un seguimiento exhaustivo. “La simplicidad es un objetivo clave para el futuro. He visto la F-1 en los últimos años como un espectador, y hay momentos en los que ni siquiera estoy seguro de lo que está pasando en la carrera”, admite Brawn.

Elegir los escenarios de mayor nivel

Bernie Ecclestone ha ido ampliando el calendario de grandes premios a fin de captar una mayor cantidad de ingresos. Sin embargo, la voluntad de Liberty Media no es apostar por la cantidad, sino por la calidad. El calendario tendrá un máximo de 20 o 21 carreras y se busca que cada una de ellas pueda considerarse de mayor calidad que actualmente. Aquí entran aspectos como accesos a los circuitos, servicios ofertados, niveles de seguridad de los trazados, espectacularidad de los escenarios... En definitiva, se trata de cuidar con mayor esmero de todos los aspectos que abarca un gran premio.

Respetar los circuitos históricos

Bernie Ecclestone ha ido progresivamente enterrando la historia de la F-1. El antiguo patrón no ha tenido ningún problema en romper con la tradición. Escenarios míticos han sido reemplazados por nuevos circuitos a golpe de talonario. Ecclestone se ha regido según la ley de la oferta y la demanda. Solo así se entiende que lugares con escasa o ninguna tradición por el motor sean escaparates del Gran Circo. Por ejemplo, el mítico Gran Premio de Alemania, que aportaba 15 millones de euros para acoger una cita del Mundial, desaparece y surgen escenarios como Rusia o Abu Dabi, que hoy por hoy son los que más pagan por celebrar una carrera, 54 y 49 millones, respectivamente. Y es que Europa es el origen de la F-1 y donde tradicionalmente más se consume, sin embargo, cada año ha sido más complicado mantener las carreras del Viejo Continente en el calendario. Esto no quiere decir que se rechacen las entradas de dinero, sino que se persigue un equilibrio entre ingresos y tradición. Habrá lugares exóticos, pero sobrevivirán los escenarios más tradicionales, que son al fin y al cabo la historia material de esta competición.

Planes a corto plazo en lugar de a largo

El Pacto de la Concordia acuerda las relaciones entre las partes integrantes de la F-1 y lo hace con consensos que perduran una década. Lo que se pretende es que esos acuerdos tengan una vigencia de entre tres y cinco años, para que los pactos vayan acorde a los tiempos que corren y no se queden obsoletos. Esto permite además tener una capacidad de previsión más precisa a todos los entes partícipes en la competición.

Hacer que los modestos sean más competitivos

Los jefes entrantes de la F-1 llegan con la obsesión de que el Gran Circo sea divertido, y eso, consideran, pasa por que haya una mayor competencia. Para ello, piensan en fijar un límite presupuestario. Llevar este punto a la práctica traerá problemas, no será nada sencillo, dado que la historia escrita por Ecclestone ha generado vicios y juegan en contra de esta nueva intención. Los equipos que son pesos pesados de la competición, que hasta ahora gozaban de mayor atención, perderían los beneficios que otorgan sus elevados presupuestos. Al menos, se sabe que desde Liberty Media impondrán este debate. El modelo a seguir es el norteamericano, donde en la NBA o la NFL se pueden ver restricciones económicas. En resumen, se busca que la escudería más modesta pueda ganar carreras a la más onerosa.

El reparto económico será equitativo

Ecclestone, con el transcurso de los años, ha repartido o privado de concesiones especiales a ciertos equipos, siempre con los ingresos económicos como argumento de fondo. Por ejemplo, Ferrari, el equipo con el mayor presupuesto de la F-1, tenía asegurado un fijo de 100 millones de euros de ingresos por año concedidos por la organización del Mundial, bajo amenaza de abandonar la competición en caso de no percibirlos. Estos privilegios desaparecerán. Los nuevos dueños no quieren casarse con nadie, omitiendo cualquier tipo de presión, y desean distribuir democráticamente los ingresos. Buscan igualdad porque consideran que es el camino hacia la competitividad y esta deriva en espectáculo.

Los cambios, desde dentro y desde fuera

Hasta ahora, los cambios en la F-1 los proponían los equipos y luego estas peticiones se sometían a debate en el Consejo Mundial de la Federación Internacional de Automovilismo. Pero esto, como apunta Ross Brawn, hacía que los cambios solo defendieran los intereses de las escuderías. A partir de ahora se pretende que haya un grupo humano que trabaje externamente, independientemente de los equipos, para proponer cambios. Se busca savia nueva, ideas novedosas sin la influencia del mundo de las carreras.

Fomentar la confianza entre los agentes

La era Ecclestone se ha caracterizado por ser autoritaria. El patrón ha hecho y deshecho a su antojo. Lógicamente, en un marco en el que conviven diferentes agentes y existen intereses dispares, es complicado alcanzar consensos. En este sentido, la diferencia que existirá entre Liberty Media y Ecclestone será que los primeros tratarán de atender a todos por igual para, mediante el diálogo, alcanzar puntos en común. Una de las obsesiones de Liberty es que las partes implicadas en la F-1 puedan confiar unas en otras, porque al final, si se brinda un buen espectáculo, repercutirá sobre todas las partes de manera positiva. Este será el punto de partida común de cualquier negociación: el bien de uno es el bien de todos.

Explotación de Internet para llegar a más gente

“Debemos crear una nueva generación digital de experiencias y así poder servir mejor la F-1 a los aficionados”, anuncia Sean Bratches, encargado de extender el espectáculo por todos los rincones del mundo. Un canal para conseguirlo es Internet a través del fomento del uso de las nuevas tecnologías. Desde Liberty se considera que la F-1 tiene más espectadores potenciales de los que ha habido hasta la fecha. Actualmente se puede adquirir un paquete completo para el visionado de todas las carreras de un Mundial, pero los nuevos directivos quieren ofrecer más opciones, como venta de carreras individuales u otro tipo de contenidos, a fin de llegar a esos aficionados amantes a la F-1 más acostumbrados a las nuevas tecnologías. Una obsesión es captar el mercado norteamericano.

Trabajar más el sector publicitario

Uno de los aspectos a los que Liberty Media ha otorgado más importancia es el de atraer más publicidad. Y es que actualmente es difícil ver nuevas marcas en el Gran Circo. Para ello, la Fórmula 1 pretende ganar peso como marca y, en consecuencia, captar así nuevos anunciantes de los que se espera que sean menos volátiles que los actuales para que garanticen seguridad y estabilidad económica a las escuderías. Como explica el CEO de Liberty Media, Greg Maffei, se ansía “un modelo de negocio a bajo riesgo con contratos a largo plazo”.

Erradicar mecanismos como el DRS

“¿Realmente es el DRS lo que los fans quieren ver? Ellos quieren entretenimiento, quieren ver carreras cercanas, quieren ser capaces de entender lo que está pasando”, pronunció Ross Brawn, que abre el debate sobre la importancia de las manos del piloto en las carreras. A fin de que el talento se vea recompensado, los nuevos jefes de la F-1 están dispuestos a erradicar mecanismos de ayuda a la conducción, como puede ser el caso del DRS. Este sistema no casa con el espectáculo que busca Liberty, que aboga por adelantamientos que no sean artificiales, maniobras que se espera que se fundamenten en las dotes de los pilotos al volante.