Durante años, la imagen de un hacker con pantallas y líneas de código alimentó la idea de que espiar un teléfono móvil era cosa de expertos. Pero la realidad es otra: hoy basta con unas pocas decenas de euros y unos minutos de acceso al dispositivo para espiar sin ser detectado. Y lo más inquietante es que muchas víctimas no llegan nunca a saberlo.

Aplicaciones espía al alcance de cualquiera

En internet se pueden encontrar fácilmente decenas de programas espía o “spyware”, diseñados para leer mensajes privados, escuchar llamadas, rastrear ubicación GPS, acceder al micrófono y cámara, y revisar las redes sociales del objetivo. Aunque muchos se promocionan como herramientas de control parental o seguridad empresarial, lo cierto es que se usan con frecuencia para espiar a parejas, familiares o compañeros de trabajo.

Estas herramientas cuestan entre 10 y 50 euros al mes, y su instalación no requiere conocimientos informáticos avanzados. Basta con tener el teléfono desbloqueado unos minutos, instalar la app espía, y esta queda oculta en segundo plano. Desde ese momento, toda la información se envía a un panel de control accesible por internet.

El espionaje digital, a tiro de piedra

Además de apps formales, existen ofertas informales en redes sociales, foros, páginas oscuras y canales de Telegram, donde se publicitan servicios de hackeo por encargo: acceso a WhatsApp, redes sociales o ubicación en tiempo real por precios entre 100 y 300 euros. Aunque muchos de estos anuncios son estafas, otros funcionan y aprovechan la falta de control legal o conocimiento técnico de las víctimas.

La facilidad con la que cualquiera puede contratar o aprender a usar estas herramientas ha generado lo que algunos expertos llaman “espionaje doméstico de bajo coste”.

Teléfonos vulnerables y usuarios desprevenidos

Los errores más comunes suelen ser tener contraseñas débiles, sistemas desactualizados y descargar apps de fuentes desconocidas. Además, el acceso al teléfono durante unos minutos suele ser suficiente para dejar instalada una herramienta espía sin que el usuario lo perciba.

Los síntomas son difíciles de detectar: batería que se agota rápido, el dispositivo se calienta sin razón, lentitud en el funcionamiento o ruidos raros durante llamadas. Sin embargo, pocos usuarios relacionan estos indicios con un posible espionaje.

Expertos advierten: “el espionaje digital ya no es sofisticado, es cotidiano”

Según Jorge Louzao, analista de ciberseguridad, "hoy cualquiera con un poco de interés y acceso físico al dispositivo puede instalar un programa espía sin dejar rastro visible. Ya no hablamos solo de ataques entre gobiernos o mafias: el espionaje se ha normalizado a nivel doméstico, en relaciones personales, laborales y escolares".

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Desde el INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad), también insisten en que la mayoría de personas desconoce el riesgo real de su móvil. “Pensamos que porque usamos contraseña o huella estamos protegidos, pero si no actualizamos el sistema o instalamos apps sin revisar permisos, abrimos la puerta a software espía sin darnos cuenta”, explica un portavoz del centro.

Protección ante la amenaza

Los especialistas coinciden en que, aunque el espionaje digital es difícil de evitar por completo, hay medidas básicas que pueden reducir considerablemente el riesgo. Lo primero es usar contraseñas complejas y distintas para cada cuenta, así, en caso de perder una cuenta, no perderemos el resto también. También es fundamental mantener el sistema operativo y las aplicaciones actualizadas, ya que muchas brechas de seguridad se aprovechan de versiones antiguas. Otra precaución clave es no instalar aplicaciones que no provengan de tiendas oficiales como Google Play o App Store, ya que las apps externas pueden incluir código malicioso. Además, hay que revisar los permisos concedidos a cada aplicación, ya que muchas acceden a la cámara, micrófono o ubicación sin que el usuario lo sepa.

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También es recomendable activar métodos de bloqueo biométrico como la huella dactilar o el reconocimiento facial, junto con la verificación en dos pasos para proteger cuentas que consideremos más sensibles. Por último, hay que evitar dejar el teléfono desbloqueado o sin supervisión en entornos compartidos, ya que el acceso físico sigue siendo una de las formas más comunes de instalación de software espía.