Bilbao. El primero que se puso a los pies de Fabian Cancellara fue Tom Boonen, rey de la tierra de los adoquines. El flamenco se quedó tendido sobre la hierba cuando apenas había amanecido el Tour de Flandes y su corona de flores de primavera (el año pasado ganó De Ronde y Roubaix) la esparció el viento por el suelo. Boonen, que no sufre fracturas pero en el hospital le diagnosticaron una contusión en la cadera izquierda, una herida en el codo izquierdo y una contusión y una herida en la rodilla derecha que requirió unos puntos de sutura, perdió en 20 kilómetros el Tour de Flandes y la París-Roubaix, para la que no estará recuperado. El último en hincar la rodilla fue Peter Sagan, el fenómeno.
Ocurrió en el Paterberg, 400 metros al 20% de desnivel, un muro adoquinado donde Cancellara vio un montón de banderas suizas aleteando en el aire y eso le motivó para moverse y reventar a Sagan. Antes, de todas maneras, el legendario Koppenberg se tragó unos cuantos sueños. Como el de Pozzatto, que, mal colocado, se quedó cortado después de que un ciclista echase pie a tierra sin poder mantener el equilibrio en la rampa del 21%. Desmembrado el grupo y derrotado Boonen, solo quedaba esperar el momento en el que Cancellara decidiera arrancar la moto como hizo hace unos días para ganar la E3 Harelbeke. Ese momento llegó en el tercer paso por el Kwaremont, donde su joven rival esloveno se agarró a su rueda con los dientes para no claudicar. Sobrevivió, pero su destino estaba escrito.
Estaba en manos de Cancellara, que luego negó que lo hubiese planeado de esa manera y habló de la inspiración para explicar su despegue en el Paterberg, el último muro. Las banderitas suizas volando como cometas en el cielo flamenco anunciando la llegada de un nuevo monarca del pavés. "Mi objetivo era ganar, pero nunca puedes predecir cómo hacerlo", contó Cancellara después de aniquilar la resistencia de Sagan a 50 metros de la cima del Paterberg. De allí salió catapultado el suizo, que en los diez kilómetros de llano hasta meta abrió una brecha de minuto y medio sobre el esloveno, fundido pero segundo, como hace unas semanas en la Milán-San Remo.
Tras su segundo triunfo en Flandes -el año pasado se cayó en el avituallamiento y, como Boonen ayer, se retiró y renunció después a la Roubaix-, a Cancellara le pidieron que señalara a su rival el próximo domingo en el Infierno del Norte. No dijo ninguno. "Ahora quiero disfrutar esta victoria, aún no quiero pensar en eso".
Las cosas de sagan Sagan también quería disfrutar del momento. Y no se le ocurrió otra manera de hacerlo que agarrarle el culo a la azafata que besaba la mejilla de Cancellara en el podio. Lo hizo con una sonrisa. Luego, se disculpó con un mensaje en Twitter. "No ha sido mi intención faltar al respeto a las mujeres hoy en el podio. Fue sólo una broma. Lo lamento si alguien se ha sentido molesto por ello", escribió. Cosas de Sagan, 23 años, un chiquillo. Y un fenómeno al que solo pudo tumbar Cancellara.