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Ray Allen y Rajon Rondo se adueñan del segundo partido

ocho triples del tirador y un triple-doble del base hunden a unos lakers que despreciaron a sus pívots

Ray Allen y Rajon Rondo se adueñan del segundo partidoFoto: afp

LOS ANGELES LAKERS: Fisher (6), Bryant (21), Artest (6), Gasol (25), Bynum (21) -cinco inicial- Vujacic (3), Farmar (7), Brown (2), Odom (3).

BOSTON CELTICS: Rondo (19), R. Allen (32), Pierce (10), Garnett (6), Perkins (12) -cinco inicial- Robinson (7), T. Allen (2), Wallace (7), Davis (8), Williams (0).

Parciales: 22-29, 48-54 (descanso), 72-72, 94-103.

Árbitros: McCutchen, Callahan y Mauer. Eliminaron a Artest.

bilbao. Hay que jugar mucha final. Ese es el mensaje que enviaron los Boston Celtics a Los Angeles Lakers en el segundo partido de la final de la NBA. Los verdes reaccionaron subidos a Ray Allen, el tirador más elegante que se ha visto en décadas, y Rajon Rondo, y robaron el factor-cancha a un equipo que se hundió en el último cuarto por su nulo criterio.

El partido fue extrañísimo en su desarrollo por las decisiones tomadas en la cancha por jugadores sin ningún temple y por el banquillo de los Lakers. Los Celtics, muy centrados en la defensa de Bryant, tomaron la delantera hasta el descanso gracias a la exhibición de lanzamiento de Ray Allen, que con siete triples sin fallo retrataba a la defensa angelina. Eso ya era un récord en las finales de la NBA, lo mismo que los ocho con los que concluyó el choque. Boston recuperó a su tirador mientras el fragor de la batalla iba salpicando de faltas a todo el mundo: Garnett, Bryant, Odom, Wallace...

Los Lakers se llegaron a ver doce puntos abajo pese al dominio de Gasol y Bynum, imparables en ataque y temibles en las ayudas defensivas. Tres minutos a caballo del descanso en los que a los Celtics se les fundieron los plomos lanzaron un parcial de 12-0 que dio la vuelta al partido y situó a los de Phil Jackson ante la posibilidad de dar un golpe de mano casi definitivo a la final en el último cuarto.

Pero a partir de aquí los Lakers fueron un puro caos. Su técnico decidió sentar a Gasol, que lo había jugado todo, y Bryant, lastrado por las faltas y su desacierto, no supo ver que no era su día. El catalán y Bynum sumaron 46 puntos, 14 rebotes y 13 tapones, pero se olvidaron de ellos. Casi no tocaron el balón en el último cuarto, pese a que todos los pívots de los Celtics tenían cuatro faltas. Incomprensible.

Por contra, Boston empezó a ejecutar un baloncesto perfecto, sobre todo desde el 90-87, última ventaja angelina tras unos buenos minutos de su banquillo. Rondo redobló su actividad rumbo a un triple-doble, pero con el mandato de cuidar el balón. Los Celtics siempre sumaban y, además, mantenían el tono defensivo ante unos Lakers peleados con la lógica a los que abandonó su héroe habitual. Bryant promete venganza, pero la final viaja igualada a Boston, donde puede arder.