HACE ya más de 70 años, a principios de marzo de 1949, diez años después de finalizar la Guerra Civil, en plena dictadura franquista, en la oscuridad más obscena en cuanto a derechos fundamentales y libertades, el EBB del PNV emitió una declaración política que incluía, entre otros, un párrafo significativo: “El PNV proclama el derecho del Pueblo Vasco a expresar libremente su voluntad y a que su decisión sea considerada como la única fuente jurídica de su estatus político, lo que entraña el deber correlativo de respetar esa voluntad”.

El reconocimiento del derecho a dibujar el presente y el futuro político y social de Euskadi, el compromiso mutuamente adquirido a ejercer este derecho por la vía del pacto y el principio de consentimiento de que esta decisión debe integrar las distintas sensibilidades existentes en Euskadi son la llave que posibilitará una nueva etapa para los vascos. A través de la factibilidad de la política, el pragmatismo y el posibilismo responsable, la gestión entendida como construcción nacional y respuesta a los hombres y mujeres que viven y trabajan en Euskadi, hayan nacido donde hayan nacido, piensen como piensen y se consideren como se consideren. Y más allá de la literatura política ideológica y preciosista, barroca y hueca cara al futuro. Desde la consciencia de la pluralidad ideológica, identitaria e institucional de nuestra historia y de nuestra cultura, que probablemente seguirá en el futuro. No es un posible peligro, ni amenaza, ni renuncia alguna al proyecto político propio como nacionalistas vascos de burujabetza para Euskadi en el marco de un zazpiak bat del siglo XXI, moderno y posible; en un porvenir mejor por el que habrá valido la pena comprometerse sinceramente con aciertos y errores incluidos. No es fácil adivinar qué deparará el futuro próximo a quienes creen, creemos, que sí existe el Pueblo Vasco y que tiene derecho a dibujar democráticamente su presente y su futuro. Es preciso seguir anudando nuevos eslabones en la historia de Euskadi y continuar apelando a la democracia, porque los límites de los ámbitos de decisión vasco y español, la concepción de la España plurinacional y la identidad territorial se colocan en el nudo gordiano de la sima ideológica de los desencuentros. ¿Alguien cree resolver el desajuste político vasco con el Estado y reconducir el desencaje institucional en lo constitucional ignorando la voz de la ciudadanía vasca? Hay un desencuentro político sin resolver que sí puede, sin embargo, encontrar vías de solución compartidas respetando esa voluntad de la ciudadanía vasca. Es el no impedir y no imponer. Ni aquí ni allí.

El domingo, 29 de septiembre de 2019, es el Alderdi Eguna del PNV. Desde San Miguel de Aralar (1977) a las Campas de Foronda (2019) han transcurrido 42 largos años haciendo camino al andar. Muerto ya el dictador Franco, recién legalizado el PNV, tras las primeras elecciones democráticas y por iniciativa de un joven Iñaki Anasagasti que tomó como modelo la fiesta del partido que Acción Democrática y COPEI venían realizando en Venezuela, el PNV decidió organizar en las campas de Aralar una jornada festiva coincidiendo con el patrón del partido para congregar en ella a sus simpatizantes y afiliados. El encuentro político-familiar resultó ser un éxito y congregó a más de 80.000 personas. Visto el éxito obtenido, el PNV tomó la decisión de hacerlo anual. Cuánto ha llovido desde entonces, cuánto camino se ha recorrido y cuánto se ha andado en la construcción nacional de Euskadi. Sí, hoy, Euskadi es más nación vasca que nunca. Buena ocasión, pues, para hacer un alto en el camino y reflexionar sobre el autogobierno de Euskadi a futuro. Un autogobierno que dé estabilidad y conlleve acuerdos políticos amplios que permitan centrar el debate político en materias vitales para las futuras generaciones.

Se precisa un acuerdo que defina un modelo de convivencia, un marco de relaciones con el Estado en el que haya una bilateralidad efectiva, garantías y condiciones de lealtad. El pacto y la no imposición es el procedimiento de las sociedades avanzadas. Se trata de alcanzar un acuerdo que permitiera potencialidades reales de modificación políticas siempre que existieran mayorías para ello, desde el respeto a la voluntad de la sociedad vasca y a su pluralidad. Porque respetar la voluntad de la ciudadanía vasca exige el respeto y la toma en consideración a los diferentes sentimientos identitarios integrándolos en un esquema de pacto y compromiso. Una solución en términos políticos de inclusión respetuosa que se basaría en un doble compromiso: amplio acuerdo en Euskadi y aprobación en las Cortes. Un acuerdo en Euskadi, por cierto, que igualara al menos en adhesión a los actualmente vigentes. Hablo de garantizar la aceptación en clave de integración e inclusión política de la voluntad de la sociedad vasca y su reconocimiento jurídico y político en el ámbito estatal. Estimo que debemos seguir manteniendo una firme voluntad de pacto y de acuerdo en la sociedad vasca y con el Estado, considerando el pacto y la no-imposición como el procedimiento de reglas de juego a futuro. Una relación respetuosa con nuestra idiosincrasia e identidad, que permitiría que la libre voluntad democrática tuviera mecanismos para ser respetada, que integrara sensibilidades, que articulara la relación dentro de un Estado plural a través del pacto y del acuerdo, y que evitara las tentaciones de unilateralidad a todas las partes.

El futuro pasa por un nuevo acuerdo entre vascos, una nueva etapa que suponga un mayor reconocimiento de Euskadi como nación política, un nuevo avance en el reconocimiento de la existencia del Pueblo Vasco, su derecho a ser, un salto en el ámbito de las competencias jurídico-político-legislativos correspondientes al gobierno y al parlamento vascos. Una relación que permitiera que la libre voluntad tuviera mecanismos para ser respetada, que integrara sensibilidades, que articulara la relación dentro de un Estado plurinacional y que evitara la unilateralidad. Doble llave. Un autogobierno capaz de desarrollar la identidad vasca en el mundo abierto que se va conformando, un Concierto Económico blindado, una apuesta por la capacidad competencial en las materias económicas, medioambientales y formativas necesarias para desarrollar un entorno competitivo y sostenible en un mundo abierto, una política fiscal solidaria necesaria para mantener ámbitos de solidaridad en un entorno amplio de competencia global. Una política de cooperación transfronteriza multisectorial que conformaría una muy amplia Eurorregión Aquitania-Euskadi-Navarra. Un autogobierno, en definitiva, con capacidad de decisión, compromiso con el pacto, corresponsabilidad, participación en todos los niveles de decisión y apertura al exterior.

Se trata de una época de oportunidades aprovechadas desde el liderazgo político y la estabilidad institucional, haciendo de la sociedad vasca un referente líder en creatividad, innovación, en desarrollar las universidades como polos de talento y de tolerancia; líder en definir la educación integral de las personas como la máxima prioridad de la construcción nacional; líder en hacer de Euskadi un modelo urbano competitivo y en basar nuestro bienestar futuro y modelo social en una comunidad integrada con identidad propia y definida que apuesta por sus personas; una sociedad normalizada lingüísticamente. Se trata de incorporar identidad a las realidades actuales, de implicarnos en construir una sociedad vasca innovadora, capaz de adelantarse a los cambios, basada en personas conocedoras de la importancia del trabajo bien hecho, con sentido de lo que es propio, con sentimiento de pertenencia a una comunidad que se implica en la solidaridad y que comparte un proyecto a largo plazo.

Es, en definitiva, una Euskadi cohesionada, cuyo proyecto compartamos gentes de diferentes sensibilidades, abierta al mundo y a la diferencia creativa, capaz de atraer personas que quieran desarrollarse vitalmente entre nosotros. Una Euskadi en la que el PNV es herramienta central y columna vertebral, garantía de futuro esperanzado, prosperidad justa, autogobierno y soberanía en el siglo XXI.