El interés informativo de ayer arrancaba al mediodía en Lezama, donde Josean Lekue ofreció la rueda de prensa estival que chequea las cuestiones médicas relativas al primer equipo. Menos de dos horas después, el foco de atención viajaba a Ibaigane con motivo de la firma del contrato de Nico Williams. El extremo, además de reafirmar su plena identificación con el Athletic, protagonizaba el enésimo comunicado halagador elaborado por el club. “Fuerte vínculo adquirido”, “futbolista con mayor proyección internacional en los anales de nuestra entidad” y otras precisiones de similar tono servían para celebrar “el acuerdo más largo de la primera plantilla”, calificado como “un golpe de autoestima para el Athletic”. De paso, se aludía a una “nueva camiseta de la línea AC” que el jugador lució en el acto.
Nico Williams ya había ocupado un espacio de la intervención de Lekue, a cuenta de su pubalgia en la campaña anterior. Por ahora, no se baraja la opción del quirófano, se halla en perfecto estado y se prevé una buena evolución de la citada dolencia. El estado de Sancet, Simón, Guruzeta y del grupo en su totalidad fueron también argumentos del médico.
Positivo de Yeray Álvarez
De quien apenas se habló fue de Yeray Álvarez, si bien Lekue recordó la dureza de los momentos que ha atravesado personal y profesionalmente, para afirmar: “Este es otro obstáculo que va a superar, como los anteriores”. Previamente, señaló que la situación creada se halla en fase de instrucción, lo cual impide hacer declaraciones. Repitió pues lo que ya advertía la nota que el jueves pasado compartieron Yeray y el club para notificar la suspensión del jugador por haber dado positivo en un control antidopaje de la UEFA.
En el tiempo transcurrido desde entonces, el silencio ha prevalecido. La vida continúa, avanza la pretemporada, mientras Yeray permanece apartado. Apenas ha habido margen para el relato de precedentes en prensa y la inevitable ración de juicios y faltas de respeto en redes.
Por ello, el comunicado oficial que emitió el club junto con el afectado se convierte en el único material de análisis. Desde luego, aclarar, no aclaraba demasiado, más bien al revés. Pese a la gravedad del episodio por las consecuencias que tiene para Yeray y para el Athletic, y las que pudiera tener en el futuro, tras su lectura cuesta entender qué ha sucedido en realidad.
Menciona Yeray un tratamiento contra la alopecia que sigue desde que entre 2016 y 2017 sufriese un cáncer y asegura que, “tras estudiar el caso”, se habría descubierto que un medicamento que usó para combatir dicha alopecia contenía una sustancia prohibida. Dice Yeray que lo tomó “de forma involuntaria”, se supone que quiere subrayar su desconocimiento de la existencia de lo que fuese que haya dado positivo. Añade que “jamás” ha consumido algo que estuviese prohibido. Vamos, que se declara inocente. O víctima de un error, que vendría a significar lo mismo, al menos desde su perspectiva.
Crecepelo
Uno piensa que habría que creerle, apelando a la presunción de inocencia y porque un crecepelo no se consume para mejorar el rendimiento físico, aunque luego en un laboratorio se demuestre que procura algún tipo de beneficio en ese sentido.
Ahora bien, la pregunta obligada es si es posible que un futbolista de élite puede utilizar un medicamento sin que el club al que pertenece por contrato esté enterado. ¿Es que no lo comunicó? ¿No existen controles internos para, por ejemplo, evitar tal situación? Más tratándose de algo que se enmarcaría en la rutina de un jugador que, encima, posee un pasado médico tan singular. Estas cuestiones, de lo más elementales, hoy permanecen sin respuesta, salvo si se repara en el titular del famoso comunicado, que de aséptico tiene poco: “El Athletic Club lamenta el error humano de Yeray”.