Dejando a un lado cómo quedó el cuadro final de la Nations League, un sacamantecas más montado por la dirigencia futbolística en esa loca carrera que amenaza con colapsar el negocio, habrá que alegrarse de su finalización en fechas decentes. En principio, su impacto apenas alterará los planes de Lezama. Simón, Vivian y Nico Williams podrán compartir con sus compañeros la fase de preparación de la próxima temporada prácticamente en su totalidad.

Es la mejor noticia posible, a la espera de conocer qué tal lleva el extremo el asuntillo de su pubalgia. Tiene cinco semanas por delante para comprobarlo. El descanso, combinado con una terapia específica, suele funcionar como antídoto para una lesión molesta, que impide al futbolista realizar las cosas más elementales, el golpeo del balón, por ejemplo. Sin embargo, a menudo el denominado tratamiento conservador se revela insuficiente y se acaba recurriendo al bisturí. En este sentido, el Athletic tiene a gala haber acumulado un listado de operados bien extenso. La incógnita con respecto al menor de los Williams quizás se despeje a lo largo de la pretemporada.

Vivian, infrautilizado, y Simón, condenado a figurar en el centro de la diana en sus aventuras internacionales, se hallarían en perfecto estado de revista para ponerse a las órdenes de Valverde. En este sentido, la atención se ha de centrar en Mikel Jauregizar, ese pulmón sometido a un trajín importante en su primer curso completo en la élite, convocado para la Eurocopa en categoría sub´21, torneo a punto de arrancar y cuya final tendrá lugar el 28 del presente mes.

Volviendo a la problemática que rodea a Simón, el hombre de nuevo ha justificado con holgura su condición de número uno. Da igual. Al parecer, nada de lo que haga o deje de hacer le libra de la enfermiza fijación de la alucinógena nómina de tertulianos con base en la capital de España. Que De la Fuente sienta la necesidad de salir en amparo de su portero tras una actuación intachable de este, clave para acceder a la final, puede hasta causar perplejidad. Quien no es capaz de analizar con un mínimo de objetividad el rendimiento, no merece que se le siga el juego. De acuerdo en que la defensa del jugador es una tarea más de todo entrenador, aquí la particularidad consistiría en que un seleccionador escoge a quien lleva y, atendiendo a los hechos, sobran las explicaciones, a no ser que pretenda justificarse él mismo. ¿Por qué cree De la Fuente que debe proteger a Simón? Cuesta hallar una razón, pero es lo que hay.

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En lo que a Nico Williams hace referencia, salta a la vista que agradece actuar rodeado de gente del máximo nivel, jugadores que le facilitan el trabajo a través de un suministro preciso y con apoyos que le ahorran esfuerzos extra. Algo lógico, sin duda. Algo de lo que se vale para elevar su impacto en los partidos. Si, además, a estas alturas de la película al entrenador rival se le ocurre inventar la rueda y de inicio no le adjudica un marcador específico, entonces las opciones de triunfar del chaval se disparan.

Pasó en la primera mitad de la final y estuvo cerca de armar la gorda. Luego, en el descanso, el amigo Roberto Martínez se dejó de bobadas, Nico Williams acusó la estrecha vigilancia de un lateral muy físico y fue paulatina e irreversiblemente diluyéndose. No lució como en la semifinal, tampoco el resto, ni siquiera su colega de la banda opuesta, pero es que el rigor defensivo está pensado para eso, si se aplica correctamente sucede que los habilidosos quedan atrapados en la red, su ingenio se resiente y, en fechas tan avanzadas, el recurso de las piernas ya no funciona.