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Rojo sobre blanco

Apuntes de Anoeta

Apuntes de AnoetaBORJA GUERRERO

LA cuenta atrás en la carrera hacia Europa se abre este sábado con la visita de la Real Sociedad. Se cumplen tres meses del anterior cruce con el vecino, saldado con una derrota (3-1) que en el momento hizo daño y que, con el paso de las semanas, confirmó que lo ocurrido en Anoeta no era sino la antesala de una tendencia a la baja que ha durado demasiado. En efecto, después de aquello asistimos a una ristra de resultados decepcionantes en liga, un acopio de puntos impropio de un candidato a instalarse en la zona noble de la clasificación.

Curiosamente, haberse alejado de una versión esperanzadora no ha tenido las consecuencias que cabría imaginar. El Athletic está ahí, no tan lejos del objetivo como se deduciría de su escasa productividad entre enero y principios de abril. La razón principal sería que no ha sido el único equipo que acusó el paréntesis provocado por el Mundial. La duda que planteaba la influencia del parón de cinco semanas en mitad del calendario está plenamente despejada: a casi nadie le sentó bien. Y en este grupo se ha de incluir a la Real, protagonista de su peor racha del curso: cuatro victorias, cuatro empates y tres derrotas, además de la eliminación en Copa y en la Europa League.

No es menos curioso el hecho de que, pese a la aludida trayectoria posterior y a lo que dice el marcador, ese derbi estuvo presidido por el equilibrio de fuerzas. Al menos, así fue durante una hora, hasta que Yeray vio la tarjeta roja y la Real completó la acción desde el punto de penalti con su tercer tanto. El Athletic se aferró a un planteamiento que reconocía explícitamente el potencial del cuadro de Imanol, en especial su forma de gobernar el juego a través de la posesión. Valverde preparó a los suyos para una intensa batalla que sirvió para despersonalizar a la Real, que se vio impotente para desplegar sus argumentos. La clave para entender el desenlace radicó en dos borrones de calibre grueso en el trabajo colectivo desplegado por los rojiblancos. Un par de generosísimos regalos permitieron que Anoeta explotase de alegría tras muchos minutos sumida en la incertidumbre y el temor. Sobre todo, a raíz de que Sancet recortase diferencias.

Al descanso, todo estaba en el aire y se presumía una segunda mitad muy competida. El augurio de un final cerrado se esfumó en cuanto el Athletic quedó dos goles abajo y en inferioridad numérica. Solo entonces asomaron y se gustaron los peloteros de la Real, para conducir el partido hacia un final cómodo, sin acciones relevantes en las áreas. Rememorar este episodio es un ejercicio interesante porque revela que, en contra de lo que indica la estadística, el Athletic con sus armas está perfectamente capacitado para equipararse a la Real en términos futbolísticos. Habrá sin duda quien prefiera fijarse en el 4-0 registrado en San Mamés en el antecedente más próximo, pero en esa fecha la Real se presentó en Bilbao muy mediatizada por el compromiso que tres días antes le enfrentó al Leipzig en Alemania, como sugiere que la goleada se gestase en los últimos 25 minutos.