En verdad la incertidumbre, tensiones, cambios y conflictos observables suponen una implosión geopolítica? ¿Nuevas medidas imprescindibles? ¿En qué ha cambiado el impacto en empresas y sus modelos de negocio respecto del Business as usual?
Una de las principales características asociadas a un buen liderazgo empresarial ha sido y es, a lo largo de la historia, la capacidad de asumir y mitigar riesgos y un verdadero conocimiento, entendimiento aplicado de los diferentes entornos en los que se opera. Esta capacidad y marco base obliga a concebir la interacción con todos los agentes (económicos, sociales, políticos, institucionales) de las diferentes áreas o regiones en los que se desarrollan las variadas actividades propias de la “constelación de cadenas de valor, globales y locales” en que está presente una empresa. El empresario no es un ser amante del riesgo sino quien es consciente de sus dificultades y amenazas a la vez que de su capacidad para mitigar sus impactos negativos y convertir las oportunidades en resultados, siendo sus valores y propósito las guías reales (y distintas) que le llevan a la consecución de los resultados económico-financieros exigibles para garantizar su sostenibilidad en el tiempo, como efecto de su apuesta y compromiso y no como objetivo único y/o esencial.
Así, cada “mercado” o área de actuación son únicos, diferentes y requieren acciones distintas. No hay un solo modelo de negocio sino adaptables modelos de negocio en cada espacio de actuación y, en consecuencia, una enorme variedad de modelos y estilos de dirección enmarcados en diversas estructuras organizativas y corporativas. Es por esto por lo que la “internacionalización de las empresas” (y, en gran medida, la “extensión nacional en un mismo país”) demandan una complejidad organizativa y dedicación directiva amplia, diferenciada y cuidadosamente articulada, coordinada e integrada. Esta medida supone, también, perfiles profesionales y personales diferenciados, una relevante interrelación público-privada, una composición mixta global y local en los órganos directivos y una variedad de estrategias de valor compartido empresa - Sociedad, adaptando la visión, valores, propósito y estrategia de la empresa implicada, a las necesidades y demandas reales, cambiantes en el tiempo a todas y cada una de las Comunidades en las que trabaja.
Esta realidad no es nueva. Forma parte de la esencia de la responsabilidad y compromiso de las empresas. Lo ha sido siempre, lo es hoy, y lo será mañana.
Realidades cambiantes con el tiempo, la mayor parte de las veces de manera convulsa, siempre demandante, siempre condicionada tanto por “el mercado”, “el consumidor” y los “n” gobiernos de todo nivel institucional e internacionalizado, y, por supuesto, del 100% de las stake holders y grupos de interés, diferentes en cada lugar, en cada momento y con reclamos e intereses variados y distintos, por los mismos agentes, según el papel que desempeñen en cada momento, ya como trabajadores, actores políticos, sindicales, institucionales, ciudadanos contribuyentes, directivos.
Mismas personas, diferentes roles, diferentes exigencias y pensamientos.
De esta forma, la apasionante a la vez que compleja tarea del líder, empresario, lejos de ser estable o permanente, vive las turbulencias propias y, sobre todo, externas, que acompañan su trabajo.
Siendo esto así, vivimos momentos de enorme incertidumbre e inquietud, fuente de una amplia convergencia de cambios significativos en esta “era” que, algunos, resumen en la “simbiosis entre todo lo nuevo que está por llegar y todo lo que habrá de desaparecer”, sin que ninguno de los dos escenarios completos termine de darse. Ya sean las revoluciones tecnológicas y demográficas, la recuperación de un mundo en crisis, las ideologías que no parecen acertar en su implementación práctica al servicio de las demandas reales de las sociedades, las desigualdades fragmentadas y crecientes en un mundo cada vez más lleno de oportunidades y de “riqueza general” pero no del todo incluyente, en una sucesiva emergencia, déficit de anteriores referentes, un traslado geográfico de conflictos y guerras, violencia que sorprende a todos en cualquier parte del mundo y una queja (real o Parente) de falta de dirección, liderazgo, orientación, compromiso que nos anime a transitar hacia un mundo mejor en el que nos sintamos parte relevante de sus logros y ,sobre todo, resultados.
¿Son circunstancias, problemas, complicaciones únicas y no vividas en otros tiempos? NO.
Hoy, una intensa sensación de urgencia: “todo ahora, a la vez y en todas partes” parecería inundar las agendas con el agravante de una carente asignación compartida de transiciones. Llegar a los puntos ideales finales en todos los campos, sin tensiones viables que hagan posible si desde las situaciones actuales de partida hacia los escenarios deseados no es una solución mágica que, “por generación espontánea”, habrían de darse con simples palabras, mejores propósitos o buenismo mediático.
Repensar y reinventar
Dicho todo esto, en un contexto más o menos descrito, volvemos al cuestionamiento inicial, afrontando desde la empresa la posibilidad de repensar y reinventar, una vez más (y diría que como siempre) su propósito, estrategia y gestión, con la inclusión de un “impacto geopolítico” como el dominante, en estos momento y que pasa a ocupar la centralidad de las preocupaciones y ocupaciones en el mundo de la estrategia, la dirección y responsabilidad empresarial y por supuesto, de los diferentes gobiernos. Un mundo en el que afloran las enormes complejidades que exigen atención y soluciones colaborativas, al margen de deseos, voluntades o referencias individuales, ya que asumimos que ninguna gran solución, ningún verdadero proyecto transformador, ninguna estrategia ya sea pública o privada, sea de la industria o país-región que sea, encontrará respuestas individualizadas. Procesos y proyectos coopetitivos, en marcos geopolíticos condicionantes y cambiantes, resultan inevitables (afortunadamente) enriqueciendo, a la vez, el conocimiento, capacidad y potencial de aprendizaje, el avance acelerado al encuentro de soluciones, extensibles en beneficios de un bien común compartible, que beneficie a una cada vez mayor población.
Estos días, no hay consejo de Administración, mesa de redacción mediática o referencia alguna al rol empresarial que no destaque el “Impacto geopolítico” a ser revisado en las orientaciones empresariales. Por simplificar y no reinventar la rueda, resumimos una serie de “guías o recomendaciones” que parecerían resumir las advertencias o consejos ampliamente difundidos: “Ponga la geopolítica-geoeconomía en la primera línea de su reflexión y/o reorientación estratégica empresarial, incorpore perfiles deseados en sus órganos de decisión y, en especial, combine presencia local y global (con conocimiento y referencia real en los espacios en los que actúe) con entendimiento de las Sociedades en las que opere, comprometiendo sus valores y propósito a la búsqueda de un Valor compartido en todas y cada una de las Comunidades en/con las que trabaje y reinventando sus distintos modelos de negocio y servicio en cada lugar y refuerce, más allá de la coyuntura, la operativa diaria en el horizonte de, el pensamiento de largo plazo, adecuado a una verdadera motivación aspiracional que guíe su responsabilidad social, sostenible, corporativa”. “Reposicione su papel, en cada momento y espacio geográfico, en la parte clave de las cadenas de valor en las que interactúe, desplegando su máximo valor en la estrategia global que habrá de compartir con terceros y formalice su participación y gobernanza en las mismas”.
La “geopolítica” no es una etiqueta ni coyuntural ni única. Supone entender, conocer, adaptarse, a realidades cambiantes, de potenciales impactos, diferenciales, en nuestra actividad y comportamiento presente. Ha sido, es y será, un elemento inseparable, de por vida, en nuestras estrategias.
Aprender a convivir con ella y, sobre todo, interiorizar su impacto en el diseño estratégico y, en consecuencia, en la estructura organizativa empresarial resulta esencial para transitar en ella hacia un futuro deseado. De igual forma, no es cuestión de que la empresa se adapte. Los diferentes gobiernos y las diferentes sociedades y comunidades implicadas han de hacerlo también. Vivimos tiempos de transformación, tiempos desafiantes, tiempos de enormes oportunidades, pero por supuesto, exigentes, no solo demandantes sino objetivo del verdadero nuevo espacio por reinventar.
Geopolítica, mucho más que una etiqueta en la que cobijar parte de la incertidumbre, complejidad y consecuencias observables.
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