Hay proyectos que no solo se leen: se sienten. Bilbao zaporetan es uno de ellos. No es solo una guía sino un recorrido gastronómico por la villa, una invitación a saborear la ciudad desde una mirada distinta, más honesta, más humana. Los protagonistas son jóvenes con síndrome de Down que, con una naturalidad maravillosa, comparten rincones, recetas, aromas y afectos que no se encuentran en los mapas turísticos tradicionales. La iniciativa, impulsada por la Fundación Síndrome de Down del País Vasco y la Diputación de Bizkaia, reivindica un turismo inclusivo que no se limite a mostrar fachadas, sino que conecte con las personas, con la experiencia real y con ese pulso invisible que hace que Bilbao no solo se visite, sino que se viva. Tengo el privilegio de acompañar a estas chicas y chicos en las páginas de este libro. Cada vez que la Fundación me llama, voy. Y lo seguiré haciendo. Porque disfruto de su entusiasmo sin filtros y de la forma en que convierten cada propuesta en una celebración. Ellos no describen restaurantes, los habitan; no recomiendan platos, comparten historias. En un momento en el que todo parece acelerado, digital y efímero, ellos nos recuerdan que la emoción no se fotografía, se cultiva. Ahora que Olentzero empieza a asomar entre luces y escaparates, esta guía se vuelve también un regalo perfecto: no solo por lo que contiene, sino por lo que simboliza. Porque apoyar este proyecto es apostar por la inclusión real, por la visibilidad y por una ciudad que se construye entre todas y todos.