No siempre es posible. No siempre se puede cruzar con buena salud esa frontera de la que habló Gabriel García Márquez, cuando le dio la palabra a Aureliano Buendía para que dijese aquello de que “el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”. Cada cierto tiempo vemos casos noticiosos sobre personas mayores en graves situaciones de abandono. Una de las principales razones es que la modernidad ha traído aparejada a nuestra sociedad una apología al individualismo, donde las relaciones interpersonales se debilitan para dar paso a una vida solitaria, lo cual afecta no sólo a los adultos mayores, sino a todas las edades, en especial en las grandes urbes. Lo que duele es que mucha gente no quiere dar sus últimos pasos con nadie a su lado.
La soledad no deseada es, desgraciadamente, una realidad para una gran parte de la sociedad de alrededor de 65 años. La jubilación, la pérdida de seres queridos, las malas relaciones familiares, e incluso el prejuicio de que las personas, con la vejez, se vuelven una carga aíslan de forma significativa a este sector de la población. Para un numero excesivo de personase se alcanza una edad en la que la vida cambia de forma irremediable. De repente siempre es el último día de verano y se quedan fuera, en el frío, sin una puerta para volver a entrar.
Fue el filósofo Schopenhauer quien dijo, en un rapto de clarividencia, que el instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad. Da un nosequé quedarse sin compañía, aunque sean de las malas. Y es por ello que, de cuando en cuando, salta a la luz de los campos de gobierno y de los medios de comunicación esta tristeza íntima. Uno cree que se habla de ello para sentirse, qué sé yo, unidos en soledad. Para saber que no eres el único con medio cama vacía, un sofá demasiado grande o un banco en la calle demasiado silencioso.
¿Se acuerdan de lo que les dije antes del tío Schopenhauer? Pues bien, no hace falta ser filósofo para detectar los males de tu tiempo. No en vano, Charles Chaplin, el legendario Charlot, ya sentenció de manera rotunda cuando dijo aquello de ríe, y el mundo reirá contigo. Llora, y llorarás solo. Y, estarán conmigo, una de las sensaciones más terribles de la vida, de la vida que nos queda, es vernos llorando solo. Nos anuncian que quieren ayudar a la gente solitaria. Gracias por ese detallazo.