EN este verano menos azul de lo previsto nos hemos visto abocados a la misma música de siempre sin un gran éxito que echarnos al cuerpo. Esperaba Feijóo quedarse a lo Quevedo –el cantante– y dio el cante a berridos entregado a los ultras y al estribillo de Va todo al ganador cual ABBA. Parecía Sánchez condenado a dárselas de Vagabundo, como entona Yatra, e hizo bueno el Resistiré pandémico formando dúo dinámico con Díaz. Andaba Puigdemont disfrazado de Manu Chao tarareando Me llaman el desaparecido, y de repente sigue siendo El Rey, himno ranchero de Vicente Fernández. Melodía criminal –que fantasea Ana Mena– en la que se ha convertido nuestra rutina política para los más cafeteros, donde Urkullu –como busca La La Love You– afirma tener La pócima, mientras el resto le espeta, a lo Vanesa Martín, ¡qué Inventas! Todo esto con Malú metiéndole un beef en toda regla al ya Ausente Albert Rivera, al tiempo que a los ciudadanos nos continúan chupando la sangre cual Vampire de Olivia Rodrigo. La Nochentera, y de día también, subiéndonos la Fiebre, como díra Bad Gyal o Supremme de Luxe. Porque el aceite habrá que tomarlo de ricino; la gasolina nos obligará a viajar en patinete pero no eléctrico; la vuelta al cole lo mismo hay que hacerla solo con lápiz y papel; pedir cita médica supone hacer cola como si fueras a ver a Rauw Alejandro... Y Alaska confirma su giro a la derecha dispuesta a TardeAR. Estamos hartos de Un poco todo. Y de todos. l

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