MIRA que echábamos de menos al mago Rajoy, ahora que se celebran mociones de censura con él ausente, pero de verdad. El emérito llegó a Sanxenxo pero tuvo que salir Rajoy a ejercer de anfitrión en el Bakio gallego. ¿Cómo estás Mariano? Con-ten-to. Que hay que ver las veces que nos han dicho que hay que andar así por la vida seas o no monárquico o el Pigmalión de un mangante con exilio en Abu Dabi. Anda el juego entre campechanos y perro no come perro. Rajoy llamó a normalizar las estancias del Borbón y su participación en las regatas, que para eso es rey y esto es Sanxenxo. “Viene a una regata, lleva regateando toda la vida”, apuntó el gallego, y a una le asalta un respingo nervioso no sea que la cosa vaya de regates a la Justicia o de mercadear con los millones de euros a la examante y conseguidora rubio-alemana. Que Rajoy sea tan amigo del emérito y que el emérito se deje defender por Rajoy tiene un rasgo de sospecha, de cojera visible y acusadora de un par de figuras que se reconocen y entienden entre ellos. Zarzuela se enteró por la prensa de la visita pero Rajoy, apoyando a su partido y en precampaña, está contento porque un rey ha vuelto a su pueblo, ahí donde el alcalde no ha podido ver al emérito pero sí a Rajoy, quejoso porque no hay que hacer un espectáculo de las visitas reales. Al fin y al cabo, para bailes de disfraces ya estuvieron ellos en el tremendo trajinar en los poderes del Estado. Épocas.

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