ACE solo dos semanas, no hacían falta mascarillas y ahora son imprescindibles. Por eso miles de personas se han puesto a confeccionarlas con un tutorial de Youtube y una tricotosa de la señorita Pepis. Bienvenidos a la república independiente de la mascarilla. Lo sucedido con estas protecciones ha sido un despropósito desde la divulgación de su eficacia hasta su reparto, manipulando de forma errónea el producto: las caretas no sirven de nada si al recogerlas o entregarlas son contaminadas. Los farmacéuticos se habían ofrecido a dispensarlas gratuitamente de manera regulada mediante la tarjeta sanitaria. Pero se ha preferido que los ciudadanos saquen la mascarilla como quien saca una carta de la baraja a ver qué lotería le toca según el que haya pasado antes. Pero, claro, en los transportes públicos quedaba mejor para la foto. También funcionaba genial para el marketing gubernamental: Papá Estado regalando cacahuetes-mascarilla porque nos quiere y nos protege. Hace quince días, cuando no había, no eran necesarias. Y ahora son fundamentales. Todo tan patético como las mascarillas-mascarada que ha buzoneado Revilla en Cantabria. Revilletas Revilletasde bar confeccionadas con doble capa de celulosa. Mucho más efectivas, desde luego, si antes de ponértelas te comes dos sobaos pasiegos. Supongo, además, que junto con el artilugio, Revilla entregaría una lata de anchoas.

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