TENÍA gran parte de verdad y alguna inexacitud”. Y tan anchos. Así justificó el PP que el manifiesto consensuado por el trifachito fuera una retahíla de falacias donde, vehiculado por tres propagandistas de la comunicación, se trasladaba que Pedro Sánchez había ejecutado los 21 puntos requeridos por el Govern de Quim Torra. Fue el culmen de una semana sembrada por parte de Pablo Casado, candidato a pirómano durante los próximos cuatro años. Armado con una manguera de gasolina para garantizar que su hoguera sea la que más queme, el líder del PP arrancó vinculando el aborto con la falta de niños y el riesgo que corren por eso las pensiones; prosiguió asegurando que la violencia machista no guarda relación con el hecho de ser mujer sino que cada caso debe tratarse individualmente; aseguró que la agenda catalana era “la de ETA”; se despachó con 19 insultos gruesos en minutos hacia el (aún) presidente español; y se coronó en la fallida concentración de Madrid engordando su calculadora de asistentes y sembrando de odio el agitado clima político. Del 155 a la ilegalización del independentismo, pasando por el socialista “golpista”; la bilis del popular busca ser la voz de la derecha más reaccionaria para contener a Vox a golpe de mentiras hiperbólicas. Ya tiene en el horizonte las elecciones que ansiaba aunque ponga en riesgo la estabilidad de su país. No hay Colón que limpie tanta jugada sucia. A ver si Rajoy era de verdad un estadista...

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