Síguenos en redes sociales:

El sacacorchos

Jon Mujika

Respiración asistida

Sumergidos en un juego metáforas puede decirse que los bonos Bizkaia repara emitidos por la Diputación foral son una suerte de respiración asistida a un sinfín de utensilios y productos. No en vano, la campaña se ha extendido desde diciembre hasta marzo, en pos de alargar la vida útil de diferentes artículos, contribuyendo así a reducir el impacto ambiental. Se trata de un guiño a la sensatez en medio de la vorágine consumista que nos rodea. Este programa, que busca alargar la vida útil de diferentes artículos, no solo es una medida económica, sino un acto de responsabilidad hacia nuestro planeta. En tiempos en que el cambio climático se cierne sobre nuestras cabezas como una sombra amenazante, cada gesto cuenta.

Se han recuperado más de 14 toneladas de productos, lo que supone todo un botín rescatado de las fauces de esa bestia parda que es la obsolescencia programada, una caída en desuso de máquinas, equipos y tecnologías y de las modas de usar y tirar, tan propias del mundo textil en estos tiempos que corren. Desde electrodomésticos hasta bicicletas, pasando por muebles y ropa, la propuesta invita a los ciudadanos a reparar en lugar de reemplazar.

La reducción del impacto ambiental es uno de los grandes retos de nuestra era. Cada año, millones de toneladas de residuos terminan en vertederos, muchos de ellos productos que podrían haber tenido una segunda vida. Y no es solo una cuestión de sostenibilidad; es también una oportunidad para revalorizar el trabajo de los artesanos y reparadores, esos profesionales que, con sus manos y su conocimiento, pueden devolver la vida a lo que parecía perdido. En un mundo que a menudo valora más lo nuevo que lo antiguo, esta iniciativa nos invita a mirar con otros ojos lo que ya tenemos, a apreciar la historia y el valor que cada objeto puede tener.