HAY una sutil diferencia entre llenar un vacío y ocupar un espacio. El vacío que nace del parón, ese que provoca días sin pan, muy largos. El vacío equivale a esa sensación de orfandad que se desata cuando aún queda mucho para el siguiente partido y uno no conoce todavía los pormenores del rival y tampoco juega con los cálculos de la alineación. Por ejemplo, ¿jugará el joven Imanol o el veterano Yuri Berchiche?, ¿volverá a marcar Guruzeta como una prueba más de los primeros pasos de la consagración de la primavera de un delantero centro?, ¿regresará Yeray al trono de la defensa donde su ausencia, qué casualidad, ha creado justo eso, sensación de vacío atrás cuando el Athletic juega en San Mamés? Ocupar un espacio es otra cuestión. Es un término más deportivo, puramente atlético. ¿Quién jugará y dónde? ¿Hacia donde se encamina el Athletic esta temporada, a la lucha por la gloria de Europa o a la supervivencia pura y dura? ¿Es más eficaz Iñaki Williams en la banda o en la punta?

Con diez días sin el pan ni la sal del partido nuestro de cada día del Athletic se han cruzado en el camino diversas historias que vienen y van. La última, una lesión inoportuna –todas lo son, lo sé...– de Nico Williams. Será complicado que juegue y en algunos foros ya se ha desatado un curioso debate: si ha de jugar Berenguer, todo un profesional del ataque o Adu Ares, un joven al que hay ganas de verle con continuidad. Un partido entero, por ejemplo. La selección de por medio. Y no solo la de Nico, donde se ha lesionado. También la de Iñaki. Al fin y al cabo, Ghana va a dejar al Athletic sin uno de sus leones más prevalente durante mes y medio por culpa de la Copa de África. ¡Rayos y centellas! ha exclamado la afición. Nico e Iñaki son dos de los nuestros. Hacemos gala de ello. Pero también son dos de España y Ghana. Son los peajes y tributos del fútbol.

También es del Athletic su pasado, donde tomaron parte Andoni Lakabeg y Rafa Alkorta, protagonistas, hoy, de ese rifirrafe vivido con la actual Junta Directiva. Un informe ha provocado el descarte de Lakabeg en los despachos y los vestuarios del club. La idea no le ha gustado un ápice a su amigo Rafa, hasta el punto de señalar a los gestores como sinvergüenzas. ¿Exagerado el improperio? Es difícil dar con la tecla en este juego de holas y adioses. Han llegado a la gestión deportiva del club profesionales de otras tierras y tan acostumbrados estábamos a que nos marcasen el camino los de casa que el cambio nos ha dejado descolocados. ¿Han de ser los mejores quienes lleven las riendas deportivas del club, sean de acá o de allá? Parece que así debiera. Pero en el café de mediodía de ayer mismo hubo quien recuperó la historia del esperpento vivido la pasada temporada con el Bilbao Athletic y un entrenador del que no había noticia. Cuando se para la liga van y vienen, vamos y venimos. Pocas veces para bien.