AHORA, cuando regresan “las oscuras golondrinas” de las cantinelas de los últimos años –truena ya el aurten bai tan propio de la Copa tras el sorteo que ha emparejado a los leones con Osasuna en semifinales, con el partido de vuelta en San Mamés y el no da para más con el descenso al purgatorio en la liga, con el equipo entre sombras...–, aparece lo de siempre, el común de los sentidos (ojo, no confundir con el sentido común...) que convierte a buena parte de la afición en entrenador con título y a otra buena parte (en numerosos casos la misma buena parte...) en adivinos. Basta con prestar atención a las conversaciones alrededor del Athletic para darse cuenta, por ejemplo, que Valverde es más de lo mismo si se le compara con Marcelino o mil veces mejor o mucho más acomodado. Si uno se acoda en la barra de un bar donde se hable del Athletic sabrá que Muniain está perdido para la causa y que Sancet es su legítimo heredero, mucho más completo. Pero también averiguará que el capitán es un futbolista diferente y que Sancet está dejándose ir, que ha perdido la ilusión.

Esa fue la barra del café, la primera del día. A media tarde, agarrado a la cintura de una cerveza, escuché, en un radio de tres metros a la redonda, que el Athletic puede pelear por Europa – ¡por la Champions! llegué a oír...– a nada que se lo propongan o que, como se descuiden, habrá de mirar hacia los infiernos, este año con un ascensor de bajada muy apretado, con muchos pretendientes. Se decía también que la confirmación del fichaje de Herrera le va a serenar o que le convertirá en un ilustre jubilado, que ahora que Iñaki Williams ya cayó como fruta madura del árbol por una lesión en Vigo para él llega un tiempo de un largo descanso, mientras que otra voz recordaba que la infame segunda mitad de Balaídos tuvo un porqué: sin los dos Williams apretando como perros de presa el Athletic no roba un balón arriba y que, si no lo hace, pasa más hambre que Carpanta en el ataque. Que es un centro de campo de albañilería y que Zarraga, por ejemplo, o el propio Herrera, son dos arquitectos de lujo para la distribución. Que la defensa ya no es lo que fue y que es la mejor de Europa; que el Cádiz llega con el matasellos de matagigantes y que el Athletic le pasará por encima.

Lo común, ya les decía. Lo más habitual de estas épocas, cuando todo son incertidumbres. Esa sensación de tiempos perplejos (el mismo Athletic, atascado en el laberinto de la liga y con vuelo libre en la Copa...) es la que alborota los sentidos de la afición, que no sabe a qué carta quedarse. ¿Cómo acabó la discusión del bar, dice usted? Al preguntarles por lo próximo del Athletic la respuesta fue unánime: el Athletic ganará en San Mamés mañana viernes y... ¿A cuánto están las habitaciones en Sevilla?