LAS decepcionantes e irritantes declaraciones del máximo representante de EH Bildu, Arnaldo Otegi, el pasado viernes, en las que dio cobertura política a los homenajes a expresos de ETA y de la kale borroka tras quedar en libertad al cumplir sus condenas y la reiteración de este tipo de actos públicos -el último, el mismo viernes en Amurrio-, así como la tensión del momento político han reactivado una polémica que parecía estar encaminada hacia una salida coherente y lo menos ofensiva posible hacia las víctimas. Resulta del todo incomprensible e incluso irresponsable la actitud de Otegi, a no ser que haya tratado de reabrir un debate extemporáneo y que debía estar totalmente superado, con el único objetivo de mantener la cohesión interna de la izquierda abertzale. Objetivo partidista, en cualquier caso. Apelar al “derecho al abrazo” y advertir de que habrá “250 homenajes” porque quedan aún 250 presos supone un nuevo paso atrás de EH Bildu, cuyos dirigentes no han sido capaces de ofrecer un discurso unívoco desde el punto de vista ético y de empatía hacia las víctimas, más allá del matizado desmarque realizado por EA. Con todo, lo más irritante tanto de la celebración de los últimos actos de recibimiento a presos como de la reacción de la izquierda abertzale ha sido comprobar la ausencia de una mínima reflexión ética respecto al daño que, objetivamente, suponen para las víctimas, reduciendo el análisis a una falsa cuestión de “abrazar” a familiares y amigos, a la legalidad o prohibición de los denominados ongi etorris y a la sobreactuación -que, en efecto, ha existido- de los partidos de la derecha, que han aprovechado la polémica de manera torticera para deslegitimar injustamente la investidura de María Chivite como presidenta de Nafarroa y arremeter contra el PSOE y Pedro Sánchez. Alimentar, como ha hecho Otegi, esta vía para remarcar la categoría de “llave” que se autoproclama EH Bildu en la gobernabilidad de la comunidad foral es un arma de doble filo. En cualquier caso, este debate pone de manifiesto la falta de madurez de la izquierda abertzale, su ausencia absoluta de empatía con las víctimas -aunque en su discurso pretenda hacer creer lo contrario- y su corta visión política. Los recibimientos, homenajes, ongi etorris o como quiera denominarlos EH Bildu y su mundo deben cesar de inmediato en su vertiente pública. Por las víctimas y por la convivencia.