AQUÍ Europa y Canal Europa han organizado esta semana en el Parlamento Europeo un foro bajo el título: “El sector turístico como dinamizador de una recuperación sostenible”. Si el humano valora sobre todo lo que echa en falta o no tiene, es evidente que nos dimos cuenta durante la pandemia de la enorme importancia que en nuestras vidas tiene el turismo. Privados de la movilidad y del ocio, cuando hubo que confinarse, comprendimos la trascendencia que en la actualidad globalizada tiene la actividad turística. De ahí que debiéramos haber extraído lecciones a futuro de aquella crisis. El foro tenía tres objetivos muy claros: discutir sobre la necesidad de tener una política común europea de turismo; enfatizar la importancia del uso de los fondos Next Generation para la recuperación y la transformación del sector turístico como sector vital en la economía de la Unión Europea (UE); y, por último, dar visibilidad a las iniciativas y casos de éxito que se llevan a cabo en regiones europeas.

Realidad del turismo europeo

La UE es la región más visitada del mundo. La primera y segunda potencias mundiales de turismo, Francia y España, son europeas. Con anterioridad al Covid, el turismo representaba el 10% del PIB y el 12% del empleo de la UE. Un sector que recibe casi 600 millones de viajeros, cerca del 40% del total mundial y que produce unos ingresos en Europa de casi 400.000 millones de euros anuales. Pero el turismo no solo son esas cifras, es también la actividad indirecta que mueve. Podría decirse que su dimensión requeriría claramente de una política común europea. Sin embargo, hasta la fecha ha sido el hermano pobre de los sectores productivos o de servicios. Dado que ha venido funcionando sin hacer ruido, las autoridades de las instituciones europeas apenas han producido legislación, ni han destinado las enormes cifras de ayudas públicas con las que han contado otros sectores. Sus únicas preocupaciones han sido promover la competitividad de sus empresas, propiciar la cooperación entre los Estados miembros y desarrollar un enfoque integrado del turismo a la hora de poner en marcha políticas comunes.

No ha sido hasta que la sostenibilidad medioambiental se ha convertido en uno de los ejes estratégicos de la UE, que el turismo ha entrado en la agenda política de la Comisión Europea. Nada escapa a la necesidad de reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera y los residuos de todo tipo. Y el turismo es una actividad que por muchas de sus características ha sido por naturaleza de alto impacto medioambiental. La globalización y la democratización de los usos turísticos han reventado las cifras de viajeros de un lado a otro del mundo. Ello supone un reto de conjunto para el sector, desde la aviación civil, a la movilidad por carretera, los establecimientos hoteleros y los servicios de hostelería. De ahí que la primera preocupación actual de la Comisión Europea sea transformar el sector de forma sostenible. El turismo europeo para ser común, debe ser verde y circular, cambiando todos los procesos de manera transversal, de origen a destino, pero implicando no solo a los operadores profesionales, sino al propio turista que debe comprometerse con los buenos usos de respeto medioambiental.

Destinos inteligentes

Uno de los factores determinantes para producir esa transformación es el uso de la tecnología digital aplicada a los destinos turísticos. Saber lo que pasa, por qué pasa y cómo pasa, es básico para poder corregir malas prácticas que finalmente pueden abocar a la “turismofobia” de los vecinos de dichos destinos. El dato se ha convertido en el principal ingrediente de la oferta y la demanda turística. Una transición tecnológica que requiere fuertes inversiones en un sector tan atomizado como lo son los miles de destinos que Europa ofrece de una brutal diversidad y heterogeneidad. Por ello es fundamental que se cuente con los debidos recursos públicos en forma de fondos europeos, al igual que está sucediendo con otros sectores estratégicos de nuestra economía. Sin ayudas será imposible que el turismo viva la doble transición, ecológica y digital, que precisa. El corolario de esta reflexión es simple: el turismo representa una actividad muy significativa en el conjunto de la UE. Su impacto medioambiental es fuerte y creciente por los flujos y volúmenes que maneja. Se requiere un cambio de modelo de destinos más respetuosos con el medio ambiente y más digitalizados.