A TVE le da igual, porque no vive de los anuncios desde que, en 2010, Zapatero se los quitó para regalárselos a los canales privados en plena crisis. La jefa del Ente estatal, Rosa María Mateo, ha dicho estos días que "fue un error retirar la publicidad". A buenas horas, mangas verdes. Fue un Gobierno socialista, en teoría favorecedor de lo público, el que descapitalizó RTVE entregando su caudal publicitario, unos 500 millones anuales, a Atresmedia y Mediaset. Gran paradoja. O quizás no tanto.

Entramos en una semana de debates con vistas a la cita del próximo domingo. Supongo que los candidatos hablarán de por qué en el siglo XXI se sigue votando como en el XIX pese a disponer de herramientas para hacerlo desde casa. ¿Teletrabajar y telestudiar sí, pero televotar no? La negación del sufragio digital, cuando es más necesario que nunca, define una paradoja tecnológica y, a la vez, una brecha democrática. Tengo miedo al miedo de la gente, sobre todo los mayores, porque el terror inducido por el estado de alarma no se diluye como un azucarillo en el café.