eL juego y las apuestas son un negocio malvado y mafioso, pero pese a su alto coste social en adiciones y ruinas familiares, es una actividad legal que se ha expandido en las redes on line. Como el tabaco y el alcohol, no menos perniciosos, aportan jugosos ingresos a las haciendas forales. Son nuestras absurdas contradicciones. Por fin, pero muy demorada, la radiotelevisión pública vasca ha decidido suprimir los anuncios de apuestas, con la excepción de las loterías del Estado y la ONCE, intocables por ahora. El problema es cómo evitar que las imágenes de las siniestras marcas de casinos se cuelen en las emisiones de los partidos de frontón y otros eventos deportivos. ¿Para cuándo una ley soberana que prohíba en su totalidad la publicidad y el patrocinio de la secta del juego? ¿Quién manda aquí? Es una anomalía que el Baskonia se apellide KirolBet, que Bilbao Basket tenga el sobrenombre de RETAbet, que el Athletic se financie con un espónsor como Bet365 y que los jugadores del Alavés luzcan en sus camisetas el logo de Betway. Y, mientras, la Real Sociedad, previa consulta a sus socios, se ha descartado de esta basura, Osasuna se ha enfangado con el dinero sucio. Así la exclusión de los anuncios sirve de poco. Euskadi no vive en otra galaxia y el daño nos alcanza por el flanco de las retransmisiones del fútbol de Movistar, donde José Coronado pone su imagen guapa al servicio de las apuestas digitales. Me imagino las broncas entre el consejero de Salud y el de Hacienda, porque uno tiene que remediar con costosos tratamientos los estragos causados por lo que el otro recauda. Y, en medio, el lehendakari Urkullu poniendo orden en una contienda surrealista. Como sketch de Vaya Semanita o chiste de Gila no estaría mal. Ya deberíamos saber que la suerte es mentira y que hay que vivir ignorando el azar.