A incógnita que revolotea sobre la suerte que vaya a correr el presupuesto reelaborado por la directiva del Athletic en la Asamblea Extraordinaria tiende a desvanecerse. Básicamente porque incluye la aceptación de lo que los compromisarios han reclamado desde el principio. Parece que por fin el criterio que va a regir el cálculo de las cuotas es lineal, pero esta vez de verdad y no como en la propuesta realizada el pasado octubre, cuando realmente era porcentual (en función del importe de cada carnet) pese a que diera a entender otra cosa; o asimismo en la que se sometió a votación en diciembre de 2020 y fue tumbada. Luego, en la Extraordinaria celebrada en febrero de 2021, la directiva optó por obviar dicha partida, la referida a la cuota, y así pudo salvar el trámite con un resultado muy ajustado.

Este breve repaso de los acontecimientos, donde se refleja de modo nítido que las sensibilidades existentes en Ibaigane y en la calle nunca han ido de la mano, es un ejercicio obligado para comprender el convulso pulso institucional que ha caracterizado el mandato de Aitor Elizegi. Ayer miércoles, Jon Ander de las Fuentes en su exposición, admitió haber “recogido el guante” lanzado por los compromisarios para razonar el paso dado, que implica asumir exactamente aquello que la asamblea había solicitado. No obstante, aprovechó para enunciar hasta tres factores como causa del desencuentro vivido que el próximo martes debería ser superado. Citó la “confianza”, es decir la ausencia de la misma, hizo asimismo alusión a la “mala comunicación” y por último a la posibilidad de no haberse “entendido el contexto” en que ha tenido lugar el tira y afloja.

La desconfianza, acaso mutua pero evidente por parte del socio, y la deficiente comunicación de los dirigentes son cuestiones difíciles de separar. Y cómo no, es muy probable que los efectos de la pandemia, no solo los que directamente han incidido en la marcha del club, sino los que han dejado huella (y aún lo hacen) en todos los órdenes, ya sea social, sanitario, anímico, económico, tanto individual como colectivamente, no hayan favorecido un clima más amable. Por ello hubiese sido de agradecer un funcionamiento distinto de la directiva, de la que se espera aptitud para analizar “el contexto” y transmitir mensajes asequibles, en tiempo y forma.

La decisión de dejar el Athletic al término de su mandato y no presentarse a la reelección en junio que Elizegi anunció en la asamblea de octubre, prueba hasta qué punto su manera de actuar ha discurrido por una senda distinta a la que la entidad necesita. Pensó entonces que soltar esa bomba le valdría para conseguir el voto afirmativo de los compromisarios y la maniobra se reveló, más que estéril, contraproducente. Cierto es que impactó con esa fórmula de despedida anticipada en un momento en que lo que se requería era trasladar una imagen de fortaleza, de convicción, de autoridad moral para defender sus postulados. Incluso pilló con el pie cambiado a un sector de su Junta, pero se equivocó de marco y dejó sentado que lo único que pretendía era una salida airosa para su persona.

Un patinazo más en una trayectoria marcada por apariciones e iniciativas polémicas que han merecido la incomprensión y el desconcierto del entorno. En octubre, De las Fuentes lamentaba que la ausencia de debate en torno al Informe de Gestión culminase con el “no” rotundo de la Asamblea. Esa reprobación era la respuesta a ese cúmulo de mensajes confusos del presidente, a sus largos e inexplicables silencios, a medidas tomadas con retraso o de cara a la galería, mientras en los temas fundamentales, especialmente en el área deportiva, no se percibía la existencia de un plan coherente.

Ayer miércoles nadie echó en falta a Elizegi en el preámbulo de la inminente cita del Euskalduna. El contador y el director general, Jon Berasategi, con la agilidad y asequibilidad que permite la exposición de una ensalada de números, cumplieron con el cometido de ofrecer la información que reclama el socio y, de paso, reconocieron explícitamente que más vale tarde que nunca. En definitiva, de lo que se trata en este asunto concreto, al igual que en tantos que en estos tres años se han enfocado sin la suficiente eficacia, es de que el receptor sepa a qué atenerse y no se le llene la cabeza de palabrería y autobombo.