YA decía en un artículo anterior que con la convocatoria de elecciones autonómicas se abría la veda y que el lehendakari Urkullu se iba a convertir en el pimpampún del resto. Y así ha sido, lamentablemente antes de lo pensado, por el desgraciado accidente del vertedero de Zaldibar.

De ese drama humano se ha hablado mucho, por lo que difícilmente se me podrá ocurrir a mí algo novedoso que coadyuve a paliar el sufrimiento de sus familias. En cualquier caso, permítanme utilizar este espacio para mostrar mi solidaridad con quienes, sin duda, están experimentando un dolor y una angustia difícil de imaginar para quienes volvemos a casa y encontramos a nuestros seres queridos.

Pero, como de política debo hablar, reiterando mi respeto y pesar solidario, apunto como primera idea que no todo vale en política. Una cosa es pedir las responsabilidades políticas y empresariales pertinentes y exigir el esclarecimiento del derrumbe y otra focalizarlo en una persona que, no es casualidad, es la candidata el 5 de abril y previsible próximo lehendakari.

Una tarea del Parlamento es hacer leyes, pero la otra, no menos importante y a la que no se le suele prestar la debida atención, es controlar la labor del Gobierno. Aunque, en el caso que nos ocupa, hemos visto dar leña e incendiar con tremendismos, lo que no tiene sentido cuando hay dramas humanos. Me ha resultado difícil entender las actitudes de la oposición, enredada en el intento de desacreditar a Iñigo Urkullu. He echado en falta argumentaciones sesudas y equilibradas, además de colaborativas con el Gobierno. Han faltado actitudes de todos a una ante ese fatídico suceso con consecuencias humanas, pero también económicas y organizativas.

Ya ha sucedido que en otros momentos en los que nuestro pueblo se ha enfrentado a situaciones caóticas y dramáticas se vieron enormes dosis de solidaridad. ¿Estamos perdiendo la capacidad comunitaria de hacer frente a los problemas importantes dejando de lado partidismos que en esos momentos solo enturbian y confunden al pueblo? Suena pesimista, lo siento.

No obstante, en algunos momentos, sí ha dado la impresión de que la gestión del accidente no ha sido la mejor posible. Por ejemplo, ha habido diferencias entre las consejerías; por señalar lo positivo, Estefanía Beltrán de Heredia de Seguridad dio la cara desde el minuto cero. Sorprende que siendo el PSE quien tiene la responsabilidad del Departamento de Medio Ambiente, y es un supuesto conocedor de irregularidades en ese vertedero, no haya sido blanco de las críticas de otros partidos. Supongo que ahí también habría que pedir responsabilidades y, por supuesto, a la empresa Verter Recycling y a quienes ostentan su propiedad.

El colmo del despropósito, no obstante, ha llegado desde Madrid. Vox, fuerza política carroñera por excelencia, se ha inventado una ideada negación de nuestro Gobierno a la ayuda del ejército español. Con su desbocamiento habitual han llegado a acusar de racismo al lehendakari y a su partido (una más de esas boutades a las que nunca podremos acostumbrarnos). Tiene su gracia que quienes andan defendiendo dureza y palo contra las personas de otros lugares, acusen de lo mismo que defienden.

Que todo esto nos sirva para aprender y mejorar las políticas públicas de vertidos con una revisión general de cómo lo hacemos con los residuos tanto domésticos como industriales; afianzar y cumplir escrupulosamente las normas que nos hemos dado, utilizando mecanismos de control suficientes; y, por encima de todo, entender el ejercicio de la política como entrega, y más entrega, por el bien común.