de joven conocí a una mujer republicana que había salvado literalmente el pellejo (y la hacienda) porque su hijo se alistó “voluntario” en la división azul y en Rusia dejó la vida para salvar a sus padres y demás familia con pensión vitalicia incluida. Era la otra parte del concepto de herencia y patrimonio familiar que propiciaba el franquismo y hoy sus herederos voxerantes.

La ppopular tertuliana Paloma Zorrilla se ha dado de baja en Vox tras ser expedientada por ser esposa de un ginecólogo que practica abortos (hoy ¡todavía legales!). A la familia Gurrea-Zorrilla se les debió olvidar que además de usar a SuEspaña como tapadera para todo los voxeros van de antiabortistas (en público) de pro y defensores de la familia patriarcal tradicional, esa que al compartir colchón los convierte de la misma opinión? del marido, se entiende; el presunto pecado personal revierte en marital y familiar. También olvidaron que sus con militones ultraderechistas están ligando el aborto con el descenso demográfico en un alarde de supina ignorancia biológica? y socioeconómica.

Raphale Samuel es un humano antinatalista nacido en Bombay hace 27 años. Observando la atestada sobrepoblación de esa ciudad es casi normal sentir así, aunque aquí mismo haya mucho single, decir soltero/a es menos in-chic, que piensan parecido argumentando que tener hijos/as está sobrevalorado. Lo llamativo-noticiable no es tanto este planteamiento vital antinatalista, sino que el joven indio quiera denunciar a sus padres por haberle traído al mundo sin consultarle, nadie le preguntó y “fuenacido” sin su consentimiento. Dice querer a sus padres y llevarse bien con ellos e incluso reconoce que le han proporcionado una vida estupenda, pero le tuvieron por su propia diversión y disfrute sin consultarle a él para nada, por lo que reclama judicialmente que le indemnicen por vivir una vida que no pidió.

En China en el breve histórico de 50 años han pasado de la explosión demográfica bajo la ley del hijo único, cuando querían tener muchos hijos y sólo podían tener uno, a la crisis de natalidad con previsible población en descenso cuando pudiendo tener cuantos deseen no tienen ni los que necesitan para su tasa de reposición demográfica, especialmente en las ciudades que son el dorado al que los chinos emigran masivamente. Razón: los jóvenes no encuentran trabajo estable ni vivienda digna.

En 1900 éramos 1.500 millones de humanos, 119 años después somos 7.600 millones. Somos muchos y deberíamos poder comer todos y todos los días. Pero el suelo fértil mengua, los glaciares desapareciendo, los polos se funden, el nivel del mar asciende, miles de especies están en riesgo de extinción, el cambio climático no sólo es realidad in crescendo, sino que quienes pueden paliarlo lo niegan a modo voxero-trumpista. Algunos la toman contra los motores de combustión, pero en Holanda sus 17 millones de habitantes construirán inmensos aparcamientos subterráneos para sus 23 millones de bicicletas que no caben en superficie.

Visto así no extraña tanto que movimientos como “Dejad de tener bebés” defiendan que procrear es moralmente irresponsable y ecológicamente insostenible a día de hoy. No es el aborto el responsable de que la natalidad caiga en barrena, sino las condiciones vitales que ponemos a la mayoría de los que podrían ser nuestros potenciales herederos.