ÓMO reaccionaría uno ante una situación de pánico extremo? Muchos de nosotros, afortunadamente, no lo sabemos ni tendremos oportunidad de aprenderlo. Pero quedarse congelado, aturdido, paralizado por el miedo, es una reacción involuntaria común de nuestro cuerpo, aunque pelear o salir corriendo nos parezca, dicho así, en frío, lo más adecuado. La ciencia pone nombre a esa respuesta cerebral: inmovilidad tónica. En el reino animal esa parálisis se considera una reacción evolutiva de adaptación ante el ataque de un depredador, cuando la resistencia no es posible y no hay otros recursos disponibles. Quedarse quieto como un palo o hacerse el muerto es otra de las salidas recurrentes.

Los expertos lo describen como un estado temporal de inmovilidad motora en respuesta a una situación de miedo extremo y tanto la psicología como la psiquiatría creen que se da con cierta frecuencia en casos de violación y de otros eventos traumáticos e imprevisibles y repentinos, como maltratos, atracos, agresiones o accidentes graves.

Llama la atención que ante un peligro extremo como el que nos rodea, el contagio del covid, los dirigentes recomienden algo parecido: la menor movilidad posible. Es lo que acabamos de escuchar, no porque vayamos a engañar o confundir al virus (sería de ingenuos creer algo así...) sino porque en tanto en cuanto no nos movamos o lo hagamos lo menos posible damos menos oportunidades al salto del virus de un ser humano a otro. Es algo de perogrullo pero el espíritu nómada que nos impulsa aconseja que lo repitamos una y otra vez. Basta con que abran la jaula para que salgamos de la misma dando botes. Y no es una buena salida esa, con el precipicio aún tan cerca. Nos piden cabeza a la hora de juntarnos y se intentará, pero hay tantas y tantas ganas de convivencia que...