METIDOS en periodo de encuestas electorales, los parámetros con los que se analizan sus resultados distan de ser de aplicación universal. Nos vamos a aburrir de contrastar estudios sobre el votante español y su alineamiento hacia las izquierdas o las derechas cuando todavía suenan los ecos de aquellos que ponderaban la liquidez del mensaje de los nuevos partidos. Hoy son los que más cuestionada ven su sostenibilidad, los que más tensiones y divergencias internas han sufrido como muestran por un lado las purgas en el seno de Ciudadanos y por otro las fracturas en Podemos y sus divergencias que van convergiendo ahora en torno a Errejón. Todo lo que vamos a escuchar en las próximas semanas hasta el 10 de noviembre es mercancía averiada en cuanto cruza Subijana. El votante vasco tiene sus propios parámetros y demanda sus propias respuestas. Útil es un concepto diferente en Euskadi y no habla tanto de concentrar como de ser representativo. Otro hecho diferencial vasco. El próximo Parlamento español se configurará en clave de movilización: el que más active, capitán general. Ayer, el PNV puso sobre la mesa su capacidad de mover a los suyos. El resultado en Foronda habla de una expectativa agrandada por la proximidad de la cita con las urnas. El cansancio es un factor de desmovilización, pero no parece que entre las bases jeltzales haya calado el desinterés por la política. Más bien afronta la carrera reforzado por el interés de enviar a Madrid políticos reales -esa persona que, según la RAE, interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado-. A la vista de la experiencia que nos ha traído hasta aquí, no se van a encontrar con muchos allí.