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Madrilgo Gortetik

Las compañías te delatan

Dios los cría y ellos se juntan. Le ocurre al PP con Vox. A Zapatero con José Blanco. A Cerdán con Koldo. A Tellado con la mentira. Las malas compañías, esas que corrompen las buenas costumbres, al final te acaban delatando. En Jumilla, el combinado ultraderechista exhibe su xenofobia a modo de ensayo sin careta ni pudor para cuando un día lleguen al poder. En los negocios millonarios con guante de seda, nada como recurrir a las agendas bajo sospecha de ZP y de su exministro de Fomento. Cuando se trate de mordidas mundanas, nada como Servinabar. Y ya en cuestiones de fango y maledicencia, el secretario general del PP.

El verano siempre propicia desgraciadamente la irrupción de pirómanos. En el monte y en la política. Hasta los obispos se echan las manos a la cabeza por el deplorable veto islámico acaecido en Jumilla, allí donde el PP se ha visto arrastrado por el odio incontrolable de Vox hacia los musulmanes. El incendiario botón de muestra de un mal presagio. Una palada de racismo que desnuda a los populares. Los arrastra hacia posiciones más propias de bastardos intereses electorales, adjudicados tradicionalmente al partido de Abascal, que a compromisos tendentes a favorecer la imperiosa convivencia entre diferentes.

Frente a despropósitos semejantes, la izquierda se carga de razones no solo para alimentar la polarización sino para fundamentar el riesgo que entraña para los valores democráticos un más que previsible cambio de color gubernamental. Sin esperar siquiera al efecto siempre pernicioso de las reacciones críticas, desde Génova deberían haber desautorizado a su alcaldesa murciana. No lo han hecho. Posiblemente porque, acomplejados otra vez, temen un revolcón de Vox que dinamite su exigua mayoría autonómica y les retrate como acomplejados.

Quizá este reciente tropezón nada edificante le ha pillado a Tellado enjaretando discursos incendiarios. En la zona de confort donde se deleita. Ahí alambica censuras feroces, mentiras a sabiendas y compromete futuras compañías con un lenguaje marrullero, propicio a la gresca. Nadie del partido cuestiona sus métodos, aunque la procesión del espanto vaya por dentro en cualificados dirigentes. Peor aún: genera adictos a la causa beligerante en un favorable contexto de afiliación envalentonada para desmontar sin parar en barras ese sanchismo que les hierve la sangre desde hace tanto tiempo. Y han encontrado un sabroso hueso para no dejar de roer.

Sin discusión posible, Zapatero es moneda de uso común en muchos intencionados mentideros de la Corte. Las sospechas sobre sus poderosas maniobras en Venezuela, Pekín, La Moncloa o Waterloo desesperan al PP y a sus terminales mediáticos, sin olvidar a la UCO que no a la UDEF. El entramado derechista, esa madeja difícil de desentrañar por su variopinta conjunción de intereses, viene asociando cada día con mayor insistencia al expresidente socialista con mediaciones poco recomendables, realizadas solo o en compañía de otros, aunque sin prueba alguna todavía de posibles delitos. Es entonces cuando echan paladas de conjeturas sobre la colaboración interesada de influyentes comisionistas de asuntos públicos, extraordinariamente relacionados con el actual statu quo socialista. Queda abierta la puerta para señalar primordialmente a José Blanco y al brazo ejecutor siempre dispuesto de Antonio Hernando y señora. El serial solo acaba de empezar. Compite con la vergüenza de los currículos y hasta de intentos de suicidio.

Algo se mueve a la izquierda

Gabriel Rufián no habló a humo de pajas cuando se descolgó apelando a la coalición plurinacional. La semilla no prendió dentro de su atormentada casa. Resulta fácil de entender porque en ERC no están aún para probaturas estrambóticas, pero tampoco cayó en saco roto. La idea ha levantado, con moderación, el alicaído ánimo por el que deambulan varios sectores de esa izquierda que trata de encontrarse a sí misma bajo la certera amenaza del seísmo que se cierne sobre su incierto futuro. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer, o egoísmos y revanchas que superar.

Sumar también se lo piensa, pero se le atragantan las adversidades. Mientras sus ministros tratan de superar con el paso de los días los sonoros sofocos que les supone compartir el poder con un partido asaeteado por flagrantes casos de corrupción y golpes vejatorios a la dignidad de las mujeres, les llega el papelón de minimizar la dimisión de su cualificado coordinador nacional Carlos Martín. Una significativa salida, atribuida oficialmente a motivos de salud que, en cambio, no le impedirán mantener su acta de diputado. Actitudes que causan bochorno.