LO confieso, no puedo evitar una sonrisilla algo cabrona cuando veo, en Iruñea o en Madrid, a los representantes de EH Bildu compadrear con el Partido Socialista. Es la memoria histórica. Quién te ha visto y quién te ve. Por lo demás, no estoy afectado para nada por esa curiosa enfermedad que comparten algunos viejos borrokas con la generalidad de la derecha española –a veces incluso también de la vasca–, que es la nostalgia por la izquierda abertzale de hasta hace sólo unos pocos años, empantanada en el bucle armado e inútil para la política real. Poco hay más revelador de que los tiempos han cambiado para bien que ver a gente que en un pasado nada remoto no se hubieran acercado más que para escupirse a la cara compartiendo mesa para hablar de números, partidas presupuestarias y lo que sea. ¿No queríamos que hiciesen política? Pues ya la están haciendo. Para lo grande y para lo pequeño. Ironías aparte, a mí me gusta ver a EH Bildu entrar en el mercado persa de las cuentas, pactando con Sánchez y con Chivite apoyos a cambio de logros de entidad diferente interesantes para un espectro de gente que va muchas veces más allá de su propio electorado. El año pasado me pareció digno de felicitación que una de las condiciones para apoyar los presupuestos del Estado fuera que ETB-3 pudiera verse de una vez en toda Nafarroa a partir de este 2022. El PSOE aceptó esa condición, mientras el PP, UPN y Vox anunciaban, una vez más, el apocalipsis. Un año después, vemos que EH Bildu apoya una vez más los prepuestos de Sánchez. Bravo. Está muy bien. Pero falta un pequeño detalle: el canal de la televisión pública vasca dedicado al público infantil sigue sin verse en buena parte de nuestra geografía. El otro día una pancarta se lo recordó a EH Bildu en el mitin que esta formación celebró en el Labrit: ETB-3 noizko? Le quedan 25 días. l