LLEGADOS a este punto creo que es necesario resetear en lo futbolístico. Atrás quedaron los discursos maravillosos y las propuestas imposibles. El verbo fácil ha dado paso a un mensaje menos bonito, menos cautivador, pero real como la vida misma. Ahora se habla de fútbol posible, de conceptos básicos y de juego eficaz. Hemos pasado de la ilusión en lo dibujado en una noche de verano a lo constatable a punto de entrar en el crudo invierno. El Athletic vuelve a pisar el suelo de la mano de un técnico con las ideas muy claras y con una única obsesión: ordenar lo que estaba manga por hombro.
El equipo rojiblanco ahora es identificable cien por cien. Cada uno en su sitio y una idea muy clara de lo que se pretende hacer y cómo se debe hacer. Se viene de una situación extrema donde jugadores y afición dudaban los unos de los otros. El origen hay que situarlo en el mes de junio. Berizzo llegaba y con él una manera de afrontar los partidos. Pocas jornadas bastaron para darse cuenta de que era imposible. La idiosincrasia de este club y las características de sus jugadores no son aptas para ese viaje y el míster no se quería dar por vencido. Menos mal que se tomó la decisión de frenarlo. Pienso que hasta fueron muchos los partidos bajo su mando.
Ahora sigue habiendo gente que dice que se aburre con este equipo. Yo me alegro un montón de aburrirme. Por fin nos damos cuenta de quiénes somos y a qué debemos jugar. Es más, me encanta este fútbol; sí, nuestro fútbol. Vivir los partidos con intensidad, exprimir físicamente al rival y llegar por bandas una y otra vez. Sobre todo el día del Girona. No será tan espectacular como predicaban algunos, pero de largo es mas efectivo. Es la verdad del fútbol.
La liga no es la que era y ya no hay rival pequeño. Nos guste o no los tiempos han cambiado, pero lo que nunca debemos hacer es renunciar a nuestras armas. Está claro que ante el Alavés el choque no fue brillante. El proceso, como lo denominó Garitano, va a ser largo pero de momento yo me identifico plenamente con lo que veo. Orden, conocimiento de lo que hay que hacer y actitud a raudales. Qué más se puede pedir. El camino está trazado y entiendo que el barco está lleno de tripulantes. Los síntomas del enfermo ya no son de extrema gravedad y parece que el tratamiento va funcionando como todos deseábamos. Paciencia y no pasa nada porque nos aburramos un poco más. Seguro que en breve lo pasamos pipa.