otro partido más para la larga lista de desilusiones de esta temporada. No por no ser lo habitual durante prácticamente ocho meses dejó de sorprender el encuentro ante el Deportivo. Cinco días atrás, en el Estadio de la Cerámica de Vila-real, los rojiblancos habían certificado su mejor actuación como visitantes y la parroquia acudió a San Mamés con aires renovados y la convicción de que los suyos les iban a regalar una buena noche de fútbol y por qué no, un final de campeonato con un objetivo claro hasta mayo.

La puesta en escena del equipo de Kuko evidenció que lo de Villareal fue flor de un día. Equipo atascado, muchas veces visto ya. Presión a cuenta gotas y pelota para el rival. Es fácil acordarse de los que no están cuando las cosas no salen, pero de ahí a pensar que solo por la falta de un jugador debe irse todo al garete me parece una locura.

Es obvio que no hay regularidad y el conjunto pende de un hilo. Es un grupo muy poco fiable en lo que se refiere a dar continuidad a su fútbol y prestaciones. No es el Athletic de esta liga un valor seguro, todo lo contrario. Lo que sucedió el sábado en La Catedral ha hecho mucho daño en los corazones rojiblancos. Después de tiempo de decepciones tras el último encuentro se había generado una corriente muy positiva hacia Ziganda y su plantilla. El problema es que eso ha durado cuatro días y unos minutos. Los dos goles del Depor en el arranque hicieron aflorar los silbidos y, lo que es peor, la amargura de los que vieron el partido. Se está haciendo muy largo todo. Quedan seis jornadas para que finalice el campeonato liguero y mal que no mejora, empeora. Nos va a venir muy bien a todos este final pues ya no hay objetivo. La venta de humo toca a su fin, todos lo hemos hecho, directiva, equipo y, por supuesto, nosotros, la prensa. Una vez cuela, pero tantas como en estos tiempos se quedan sin compra. El próximo proyecto debe ser ahora mismo la primera hoja del libro que manejan los que mandan.