CONSIDERO más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo, dijo Aristóteles, como si hubiese sido testigo de la larga lucha de las trabajadoras de las residencias -ellas son una inmensa mayoría...- por acondicionar sus condiciones laborales a las exigencias de vida de 2017 y siguientes, años duros de pelar para sacarlos adelante.

El acuerdo alcanzado suena como un aleluya, un ¡adelante las valientes!, tal y como se puede ver en la fotografía que ilustra esta información: no caben más sonrisas en la imagen. Es una victoria, sí: pero sobre todo es un acto de justicia pura y dura, un convenio que no solo beneficia a ellas sino tambien a las personas usuarias de las residencias, mayores que ganan en tranquilidad al verse en manos de alguien contenta y satisfecha, por mucho que desde la primera línea del frente se asegure que los 370 días de huelga no dejaron huella en las personas internadas. Han tenido una atención digna, dicen. Pero quien se ha visto con la soga al cuello en alguna ocasión bien sabe que con una espada de Damocles sobre la cabeza no se rinde en plenitud. Algunas voces lo habían denunciado en tono menor y algunos ejemplos lo habían demostrado pero todo pasaba entre nieblas: no había grandes tempestades así que... Hoy, cuando ha salido el sol laboral, hay razones para congratularse, sí. Pero también para exigir lo mejor para nuestros mayores. Los de todos.