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Los peores presagios

Lo peor de todo fue ese momento del partido en el que se coló la esperanza por algo bueno

Los peores presagiosBorja Guerrero

HACIA el minuto 80, y en plena ofensiva de las huestes blancas, ocurrió una curiosa jugada en la que Lucas Vázquez y Morata desperdiciaron una clara ocasión para marcar. La rocambolesca acción dejó lívido a Susaeta, pues en su intento por despejar la pelota la golpeó contra el cuerpo de San José. Faltó el canto de un duro para que el balón no traspasara la portería de Iraizoz. Si después de tantas vicisitudes y semejante corolario, me dije, el Real Madrid no era incapaz de ganar, ya no lo haría nunca. Y fue entonces cuando la asunción previa de la derrota, sustentada en la tradición, sentido del fatalismo y una alineación cuajada de suplentes que no inspiraba ni la más mínima confianza, me cayó encima el rayo de la esperanza.

Como saben, tres minutos después Morientes aprovechó un claro error de marcaje para conseguir el tanto definitivo, circunstancia que celebró por todo lo alto, él, que precisamente ayer cumplía 24 años, y todo el Bernabéu, en viva muestra de lo putas que la habían pasado frente a la bizarra tropa rojiblanca, que jugó sin ningún complejo en el engolado coliseo madridista para finalmente regresar a Bilbao de vacío, según es costumbre desde aquel lejanísimo 19 de febrero de 2005, cuando sendos goles de Iraola y Asier del Horno marcaron a fuego la última victoria del Athletic en la Casa Blanca.

Y aquí viene lo malo del asunto. Uno arrostra este tipo de partidos con resignación cristiana, y más cuando a los siete minutos Enric Saborit sufre un ataque de nervios (los nervios comprensibles por la responsabilidad que atenazan al debutante) y deja el gol en bandeja de plata a Benzema. Pero llegados a ese punto de viveza y vista la impericia madridista, sabe a hiel perder así, y más aún si poco después del 2-1 Iñaki Williams manda al limbo de los justos una ocasión clarísima para batir a Keylor Navas y empatar el encuentro. Pero estaba claro que no era su día, pues mucho antes desperdició otra diáfana oportunidad de haber pasado a la posteridad como el futbolista que terminó con la pertinaz sequía del Athletic en la cueva de su legendario rival.

Así que al final volvimos al principio, o sea, que se irremediablemente se confirmaron los peores presagios y las tozudas estadísticas, solo que a través de un camino torticero y burlón, que es lo que más le duele al hincha crédulo. Y además echamos de menos a Aritz Aduriz, quien probablemente (imaginar es fácil y gratis) hubiera cazado alguna de las variadas ocasiones de marcar que concedió el Real Madrid a causa de la desidia que brindaron sus reputadas estrellas. Si el Athletic hubiera tenido gol... (¡qué problema!).

A modo de vacuo consuelo no tuvimos que escuchar el estridente ¡¡¡siuuuu...!!! en boca de Cristiano Ronaldo, con la consiguiente coreografía chulesca, pues el contumaz e implacable goleador se quedó mudo y seco frente a Iraizoz. Lo que no había ocurrido antes sucedió anoche: el fenomenal delantero portugués tuvo media docena de ocasiones, y no hubo manera. Fue como si una bruja aviesa le hubiera echado el mal de ojo. Elocuente fue cuando Cristiano quiso colar la pelota por entre las piernas del guardameta pamplonés y ésta se quedó varada en salva sea la parte. Horas antes, en la triunfal asamblea anual del Real Madrid su presidente, Florentino Pérez, elevó a Ronaldo a la categoría de mito, una palabra que reclama de inmediato un relicario. Lo cierto es que lleva cuatro partidos consecutivos en el Santiago Bernabéu sin ver puerta, algo absolutamente inédito en su fecunda trayectoria, y únicamente contabiliza dos dianas en lo que va de temporada liguera.

Zidane no tuvo otro remedio que recurrir a la sangre nueva, y vaya que se notó la presencia de Lucas Vázquez y Morata, el hombre que enterró las esperanzas del Athletic, aunque también vimos con mucho agrado la consolidación de Sabin Merino y sobre todo de Iñigo Lekue, que reclama el rol de titular.

Con la derrota, en fin, se consolida lo que ha sido una semana negra para el equipo rojiblanco, con la inexplicable pifia europea frente al Genk y el doloroso revés ante el Real Madrid a la vista de los acontecimientos. Al fin y al cabo, ¿alguien imaginó otro destino?