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Desde la A de Aduriz

Hace ya algún año, en el regreso de Javier Clemente, recuerdo una rueda de prensa en la que tras uno de los primeros entrenamientos, el técnico de Barakaldo exclamó: “Vamos a empezar con el abecé del fútbol”. Desde ahí comenzó El Rubio. Esta frase es típica y manida en casi todos los órdenes de la vida y en todas las profesiones. En el caso del Athletic, muchas veces es tan evidente que la hace aún más contundente. Aduriz comienza por A y Athletic también. Trasladado al equipo, la importancia del delantero guipuzcoano es tan grande que solamente con él en el campo sus compañeros parecen otros y todo se transforma. Ante el Villarreal, la fórmula de Williams como delantero desdibujó el esquema del Athletic. Había muchos jugadores que no sabían dónde se encontraban y esto motivó que por momentos el equipo de Valverde diese la sensación de vulnerabilidad y fragilidad. El técnico lo vio claro, lo tenía decidido antes del gol de Iñaki: Aduriz al campo para empezar a ser un equipo, a ser el Athletic de las mejores ocasiones. El pichichi rojiblanco fija a los centrales al mismo tiempo que ejerce de faro para los suyos. Es un futbolista tan importante que, quienes minutos atrás parecían lentos y sin ideas, con su salida se transformaron en veloces y brillantes en la ejecución de sus acciones. El campo pasó de ser una cuesta arriba interminable a una bajada vertiginosa hacia la alegría y el divertimento. Raúl García inquietaba y Williams desbordaba por la banda, su sitio natural. El centro del campo, con la batuta de Iturraspe y Beñat, llevaba el peso del partido y hasta Iago jugaba más de central que de portero. La fiesta en San Mamés tras el rosco de Reyes fue de las de recordar. Un regalo a la vista para una afición entregada a unos colores y un equipo que sabe que la Copa es especial. Una vez más esa unión en torno a un escudo hizo posible vivir un choque de estas características. El Villarreal, que se las prometía muy felices, se fue de Bilbao como no lo imaginaba justo antes del descanso. Otro más que ya conocen cómo se las gastan los leones.