LO insólito ahora es que no pitaran a Piqué”, dijo resignado Vicente del Bosque en vísperas del España-Inglaterra, como si el asunto estuviera incorporado en el precio de la entrada a modo de jauja. Así de cachondo pone la selección española cuando va de gira por provincias (primero León, luego Oviedo, después Logroño y el viernes, Alicante, importándole un pito (y nunca mejor dicho) al personal la pomposidad simbólica que se le quiere otorgar a la Roja.
Pero en Alicante sí hubo un hecho insólito. Mientras los prohispanos silbaban al espigado defensa catalán, los ingleses, que acudieron en tropel al Rico Pérez, le aplaudían con embeleso, y coreaban su nombre, de tal forma que se armó tal guirigay que no se sabía si los pross iban a favor de España y los españoles en contra. No sé por qué, pero el asunto Piqué me recordó al Parlament de Catalunya, donde Artur Mas, líder de un partido de derechas y representante de la burguesía catalana, le hace ojitos y carantoñas a Antonio Baños, portavoz de la CUP, señalado como un partido antisistema y de extrema izquierda.
Si extraños compañeros de cama procura la política no te digo nada lo que es capaz de hacer el fútbol, adonde el personal acude generalmente para divertirse. Por eso los terroristas eligieron el estadio de Saint-Denis como objetivo. Por saña. Para cubrir sus gradas de muerte. Para llenar de terror el emblemático templo, levantado en honor al dios del desahogo y la alegría; el placer, el gusto y, como no, la jarana y el choteo, y en eso Piqué se ha convertido en un artista de pista principal.
Ahora solo falta que cuando Piqué visite el próximo sábado el Bernabéu para disputar el clásico Madrid-Barça la hinchada blanca le aclame, como hicieron los ingleses, teniendo en cuenta que el mozo de Shakira se motiva más, según alardea, cuando le increpan con fruición en los estadios.
Como saben, la selección española ganó a la inglesa con suficiencia, pero el partido casi era una excusa para lo importante; lo que realmente llenó de frenética actividad a los futbolistas: posar y moverse a ritmo de coreógrafo para los incontables anuncios publicitarios (¡klink!) con los cuales la RFEF llenará su enorme caja de caudales para más gloria y fama de Ángel María Villar. Así que el hombre está más contento que unas pascuas. Si por un lado el negocio montado a costa de la Roja (los clubes, en definitiva) chuta de maravilla, por otro el Comité de Ética de la FIFA ha despachado el expediente abierto al presidente de la RFEF, vicepresidente de la FIFA y presidente en funciones de la UEFA con una simple multa de 23.000 euros. Por mucho que buscó el sagaz Michael García, un fiscal estadounidense condecorado por la CIA y contratado para investigar los chanchullos en el organismo que maneja el balompié mundial, no encontró tacha en el exjugador del Athletic. Parecía tan portentosa la inmaculada trayectoria de Villar que García y Hans-Joachim Eckert, presidente del Comité de Ética, se agarraron una rabieta de aúpa, y también a lo que pudieron para salpicarle, o sea, que la multa al exjugador del Athletic fue por proferir un “¡Dios mío!, ¡Manda cojones!” reacción de asombro con la que Villar respondió cuando le preguntaron sobre su conocimiento o implicación en la corrupción rampante en la FIFA.
Ya lo dijo Javier Tebas, presidente de la LFP y ferviente adversario: “O Villar es muy listo o muy tonto que no se enteraba de nada”. Me da que es lo primero, que Villar es un lince, y que como encima se hace el tonto, se ha convertido en un sagaz superviviente.
Tiempos aquellos, cuando en momentos como este (los anuncios) Fernando Llorente lucía palmito como nadie, aunque apenas jugaba. Ahora está en las mismas en el Sevilla, y como tiene tiempo para darle vueltas a la cabeza chupando banquillo y comiendo pipas, cavila: “¿Y si pongo un negocio? ‘Compre pipas Llorente, tan sabrosas y crujientes...’, mientras enseño la más seductora de mis sonrisas”. Y a triunfar...