expulsar los demonios de la corrupción nacional y purificar el alma de la monarquía española: estos eran los únicos propósitos del show del sábado en Palma de Mallorca mediante un impúdico exorcismo al que había sido convocado el pueblo para asistir a la teatral ceremonia a través de las televisiones de medio mundo, testigos del sortilegio colectivo. La hija del rey hizo su papel de posesa inocente e inmolada accediendo en coche al lugar del conjuro, pero exhibiendo, como mágica concesión a la plebe, el sacrificio de dar diez pasos hasta la puerta trasera de los juzgados sin recorrer la desvencijada cuesta por la que ya descendiera sin dignidad su marido, la encarnación del demonio y sobre quien ha de recaer, sin remisión, toda la carga del pecado. Era indispensable que la infanta se presentara con una sonrisa de escaparate, compelida y algo insolente, que es lo primero que aprenden - a enmascararse bajo el rictus de la sonrisa- los que se inician en el disimulo del lenguaje corporal. En este protocolo, medido en catorce segundos, Cristina no paró de sonreír y dar los buenos días, como si acudiese a una fiesta, fingiendo su estado anímico y proclamando con su feliz pose y encantadora figura (embutida en pantalón y chaqueta casual, y sin joyas, de un sábado cualquiera) el mensaje de su inocencia. Si no puedes vencer por la verdad, gana por las emociones, dicen los expertos en persuasión. Y una vez dentro, ante el oficiante Castro y demás sacerdotes togados, el exorcismo se celebró bajo esta misma exaltación emocional: el amor y la fe en el esposo como eximentes del saqueo público. Por semejantes flaquezas humanas el pueblo y sus jueces están dispuestos a perdonar, porque ya sabemos que en nombre del amor, incluso de amor a Dios y la patria, se han cometido los más terribles crímenes, finalmente impunes.
Y así concluyó el exorcismo de una infanta estúpida, pero mujer enamorada, con la rehabilitación de la corona y el demonio de la corrupción otra vez suelto por las calles de España. La vida sigue mientras la justicia muere.