El suelo está contaminado, ¿quién lo descontamirá? El descontaminador que lo descontamine, buen descontaminador será. Este trabalenguas no se reduce a un juego de palabras infantil, no. Va más allá. Alcanza a uno de los proyectos clave para el futuro de un Bilbao amanhattanado: el canal de Deusto. El nuevo desencuentro entre el Ayuntamiento de Bilbao y el Gobierno vasco se libra en las arenas movedizas de ese territorio contagiado por sustancias tóxicas. Disputan sobre quién ha de pagar la factura del suelo, un bien tan preciado como el oro en Bilbao.

Las excavadoras aguardan su turno a ras de suelo. No les ceden el paso. Hace falta agua y jabón para ese suelo ensuciado y la disputa se centra en quién compra la fregona y quién paga al servicio de limpieza. No es eso lo importante. Aunque el canal de Deusto no cruzase, como una cicatriz, el mapa de la reconstrucción de Zorrotzaurre debiera resolverse el asunto. Más allá del asunto de la creación de un mundo nuevo en el viejo Bilbao, abandonado tras la hecatombe industrial, se impone la cordura: no se puede vivir cercado por suelos envenenados. Esa es una espada de Damocles que tarde o temprano se desprende sobre lo más preciado que poseemos: la vida y su calidad.

El grupo Mago de Oz tiene una canción, Atlantia, cuya letra se mueve en el alambre: no se sabe bien si es una advertencia para que corrijamos o es una amenaza acerca de lo que se cierne sobre nuestras cabezas. "La vida baja la persiana, se venden sonrisas de ocasión, se cierra el mercado del mañana, cese del planeta por defunción". Que no se haga realidad, sivuplé.