Banderas arriba
Bien es sabido que su fortuna radica en arriar banderas, una tras otra. Y que, como en el amor bien hecho, ellos y ellas ganan más en las distancias cortas. Les hablo, como creo que queda claro, del gremio de taxistas, conductores de algo así como el ornitorrinco de morro blanco y patas azules, una especie rarísima de ver y ni les cuento en días de lluvia.
Izan ahora otra bandera, la de la legítima reclamación de sus derechos. Las noches de Bilbao -las noches de medio mundo, en realidad...- son territorios comanches donde las tres afamadas "pes" (¿se acuerdan, verdad? Putas, periodistas y policías...) se entremezclan con quienes pagarían por fundir los fusibles a la luna para cometer sus delitos. No por nada, el código penal reconoce que la noche es un agravante. Al menos eso se deduce cuando uno lee aquello de delito cometido con alevosía y nocturnidad.
La bandera que levantan estos jinetes de alquiler lleva consigo una reivindicación que parece bien medida: un euro más por carrera bajo la luz de los focos. Poco parece si se mide en cuántas ocasiones habrán evitado que una noche de fiesta se convierta en noche de ambulancia y de hospital por culpa del alcohol. Corren riesgos, no cabe duda, y han de ser recompensados por ello. Aunque también debieran controlar a algunos compañeros, desmemoriados y muy dados a confundir la ruta que lleva a destino. Para ellos se escribió aquella vieja sentencia que decía "el secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, está hecho."
Bilbao es tierra de taxis, se ha dicho siempre. Tocamos a dos por cada mil habitantes. Y no es mal promedio ese si todos, conductores y pasajeros, están en su sitio. No es lo acostumbrado. Hay pícaros que llaman a Teletaxi desde el primer portal que se encuentran en su camino y hay kilométricas colas de espera en las paradas, perjudiciales para la salud en el relente de la noche. El taxi, antaño artículo de lujo, se ha convertido hoy en utensilio de primera necesidad si se quiere una noche de vino y rosas sin problemas con la autoridad o con el vehículo que viene de frente. Los taxistas lo saben y quieren sacar tajada de los tablones. Es justo y necesario, pero siempre que del uso no se pase al abuso.