Un niño es una persona que está aprendiendo reglas sociales y gestión de emociones. ¿Aceptaríamos como adultos que nuestro jefe nos pegase cuando fallásemos en algo? No. Pues lo mismo. Un niño es un igual. Como esperamos que nos traten, deberíamos tratar a nuestros hijos e hijas. Marcando límites y obligaciones con el mismo respeto que su jefe le marca los límites y obligaciones en un trabajo: con respeto, con cariño y siendo inflexibles. Si hacemos partícipes a los niños en las decisiones diarias, reconocemos su esfuerzo y recompensamos sus tareas conseguidas, estaremos fabricando una gran persona.