¿Y si en vez de “Ningún alumno perderá el curso escolar por el covid-19” la ministra de Educación hubiese declarado que a ningún alumno se le regalaría el aprobado y además se perseguiría el fraude en los exámenes? Quizá era la oportunidad para educar a los alumnos en el esfuerzo y la exigencia. Quizá algunos, en vez de jactarse de copiar, al pasar del 2 al 10, se hubiesen sonrojado al dar explicaciones al profesor y este no necesitaría pruebas del fraude, ni justificar con un informe de cinco folios cada suspenso. Quizá, unas declaraciones así hubiesen contribuido a dignificar la educación y a demostrar que conseguir ciudadanos con una buena formación académica es una prioridad. Todo lo demás solo sirve para disfrazar el fracaso escolar bajo la propuesta de “no dejar a ningún alumno atrás”.