El ciudadano normal, el que paga esos entes, quiere organismos públicos que analicen los hechos, aclaren, disciernan, protejan?, y no que organicen caza de brujas. Con lo fácil que hubiera sido encargar unas pruebas nada costosas. Y estando en pleno proceso judicial, ¿cómo se las arreglará su señoría para el veredicto sin la prueba fundamental y decisoria? Pues estamos hablando de pruebas científicas correspondientes a la arqueología. ¿Y por qué se ha judicializado, entonces? En cuanto a los medios de comunicación, los colonizadores disparan plomo mientras que los demás andan con pies de plomo (persiste el tabú de fondo). Por desgracia, flota la sospecha de que el tema está enfilado. Juez que no ha tomado en cuenta que el material ha estado y sigue estando en poder de la parte querellante. Ausencia clamorosa de los protagonistas, de los auténticos protagonistas que lanzaron la primera piedra (los implicados de la EHU/UPV y los responsables de la Diputación). Y la ausencia de las ausencias: la de la prueba del crimen. Finalmente, no olvidemos que lo que se está juzgando no es solo a Eliseo Gil y a sus compañeros (tras sufrir grave inhumanidad a lo largo de una década larga del proceso -caso inusitado-), sino que se está poniendo en entredicho un patrimonio valiosísimo de Euskal Herria. Bien lo saben hasta el Opus y el Vaticano, aunque tal patrimonio no les guste nada. Planteamiento, nudo y desenlace. ¿Está el desenlace decidido de antemano? Y vuelvo a la pregunta: visto lo visto, ¿quiénes deberían de estar en el banquillo de este gran espectáculo?