Aquel día, el famoso científico se vio en la necesidad de atravesar el Amazonas. Un viaje largo que precisaba un navegante experimentado. A media mañana, la proximidad permitió una pregunta: ¿Usted sabe de física, geología...? A lo que el peruano contestó que no. Se ha perdido media vida amigo, le indicó el sabio. La luminosa mañana dio pasó a una repentina, brusca e indescifrable tormenta. “¿Usted sabe nadar?, le inquirió el inca. No, respondió el cliente. Se ha perdido la vida entera, respondió el inca.

Sobre el tema de lo verdaderamente importante hay un foco y una lupa. Los sempiternos debates electorales parecen doctorados de importancia, el status social y profesional aparentemente dotan de importancia cada gesto y palabras de quienes lo sustentan a buen nivel. Y es curioso quien contempla su tierra desde arriba y se emociona al verla, clama que para ella es lo más, quien mantiene aprecios y estimas a cambio de nada, se mantiene en la importancia de la honestidad. Es imposible conocer el valor real de lo importante, pero procuremos que nos mantenga vivos sin adueñarse de la titularidad.