El precio de la venganza es el típico título de peli de serie B o C que promete acción y suele ofrecer bostezo. Pero esta semana, en Madrid, el precio de la venganza le ha resultado caro a un agente de la Policía Municipal. Concretamente, cuatro años de cárcel por falsificar un parte de denuncia incluyendo datos de un vehículo, no implicado en infracción, para poder multar así a quien consideraba que le había sustituido en el corazón de su expareja. Ya dijo Blaise Pascal que el corazón entiende de razones que la razón no entiende, pero yo soy más prosaico: creo que abusar de la autoridad es una actitud, no una emoción.
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