EL sátrapa que ha gobernado Siria y ha sometido a su pueblo a un calvario de falta de libertad y guerra, Bacher Al Asad –hijo de Hafed Al Asad, al que sucedió en 2000, con lo que la dictadura familiar ha durado 53 años–, ha huido como las ratas y se ha refugiado en Moscú tras la caída de su régimen. Qué sorpresa. La Rusia de Putin –cuyo apoyo a Al Asad sirvió para mantenerle en el poder y alargar la guerra, hasta que sus muchos conflictos, en especial Ucrania, lo mermaron– es el asidero, la armería, la financiadora y, finalmente, el refugio de tiranos y autócratas de toda calaña. Y de cobardes.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
