Hoy habrá alguien, suponemos que de Bilbao, al que la lotería de Navidad le importará más bien poco. Afortunado o afortunada propietaria de un boleto del euromillón valorado en nada menos que 51 millones de euros. Que lo disfrute con salud, que diría aquel, mientras el resto nos mantenemos pendientes de los niños y las niñas de San Idelfonso. Deseando que sea nuestro décimo el que coincida con ‘el Gordo’, o con el segundo, o con el tercero, o con alguno de los dos cuartos premios, o con alguno de los ocho quintos premios. O con la pedrea. En fin. La esperanza, lo último que se pierde.